Opinión
La historia de Juana
Hay historias que nunca acaban bien, y se sabe desde que empiezan a escribirse. La historia de Juana Rivas es una de ellas. La justicia española ha ratificado su condena de 5 años, mientras un juez italiano y un informe psicológico imparcial reconocen que Rivas no tiene conciencia del daño que ha inflingido a sus hijos. La ausencia de conciencia, como la falta de empatía, ha escrito las páginas más negras de la historia. Y si a eso añadimos la descontextualización, obtenemos un drama.
Todo en la vida, los grandes y los pequeños detalles que la definen, necesita un contexto. Descontextualizar determinadas escenas de problemas que asolan a la sociedad, como la violencia de género, y hacerlo para alimentar chiringuitos mediáticos y administrativos surgidos al albur del drama de una familia, trae consecuencias devastadoras, no para los dueños de los chiringuitos, sino para los miembros de esa familia. No creo que nadie haya salido ganando en la historia de Juana, ni siquiera su ex marido, Francesco Arcuri, al conseguir la custodia exclusiva de sus hijos, ni mucho menos los niños, en boca de todos
– convertidos en munición arrojadiza entre unos y otros– pero en brazos de nadie. La desprotección del más débil. Ese es el verdadero contexto ignorado por todos.
El contexto lo es todo, igual que contrastar una información debería serlo todo en el periodismo. Pero el espectáculo prima sobre la verdad, y ésta última suele arruinar la venta de buenas historias. Cuando se nos llena la boca de «veracidad» y se nos vacía de «verdad», empezamos a descontextualizar, a tergiversar una realidad para convertirla en una ficción vendible donde la pasión nubla la razón.Y, entonces, el final de tu historia lo escriben otros.
✕
Accede a tu cuenta para comentar