Opinión
Nada es como la foto
El otro día, luego de asistir a la premier de «¿Qué te juegas?», película divertida e irónica por cuanto que los personajes (¿o debo decir las personajas?) están sacadas de la vida real, me fui con un amiguete a un Mcdonalds que había enfrente del cine con la idea de hacer una gamberrada gastronómica aprovechando que mi marido estaba de viaje, ya que él nunca hubiera entrado en semejante sitio. He de decir que era la primera vez que accedía a un comedero de estos en más de treinta años y que mi decepción fue tremenda: la hamburguesa no era en la realidad como en la foto, era mucho más delgada, el queso no chorreaba por los lados y el pan era correoso, nada crujiente. En cualquier caso yo pedí un cuchillo y un tenedor, que eran de plástico, y me comí lo de dentro, porque tenía hambre. Ha sido una vacuna excelente para no volver a entrar en un abrevadero similar.
En esta semana que ya termina Borrell accedió a una entrevista para un programa de mucha audiencia en Alemania cuyo presentador, el famoso y veterano Tim Sebastian, lo irritó tanto con preguntas sobre la independencia de Cataluña que el ministro acabó pidiendo que cortaran la grabación, llamando mentiroso al periodista y montando un pollo desproporcionado. Esperaba más del titular de exteriores, no es muy admisible que no supiera dar respuestas inteligentes a las preguntas de un entrevistador sabaz, pues a un funcionario de su nivel el talento y la diplomacia se le suponen. No sé si la entrevista saldrá íntegra o si cortarán la parte donde el español se ve sobrepasado con la agresividad de su contrincante en la interviú que, más bien, se convirtió en un partido de ping pong y hasta casi en un combate de boxeo. Si la grabación se emite cercenada volvemos más arriba para repetir que nada es como en la foto.
Suárez Illana también perdió la paciencia por abrir demasiado la boca, ser políticamente incorrecto y comparar a los abortistas con los neandertales. Él que es hombre templado, como su difunto padre, a quien nunca se le vio alterado como a Borrell (o como a Fraga en sus mejores tiempos), se vio desbordado por su propio discurso, el cual tuvo que concluir con un «pido disculpas y punto» cuando se dio cuenta de que había metido la pata hasta la ingle. Adolfo tampoco es como en la foto, en la que vemos un ser equilibrado y prudente, aunque no deja de serlo por esta pequeña salida de pata de banco, que le puede ocurrir a cualquiera, pero un número dos por Madrid tiene que estar a salvo de los impulsos naturales de las vísceras y tomarse un betabloqueante antes de salir a hablar en público.
¡Pobres políticos! Eso de andar cortándose todo el rato tiene que ser cuando menos incómodo y hasta doloroso, como el estreñimiento. Sí, no deja de ser un estreñimiento verbal, represor de impulsos naturales, esos que sí nos podemos permitir los de a pie.... dentro de un orden, claro, que enseguida sale el tío Paco a poner orden.
Nada es como en la foto, nunca nada es como en la foto. Vivimos engañados y confusos. Tampoco nada es como en las campañas electorales, donde nos venden promesas como caramelitos, como si fuéramos bobos, y luego, cuando tienen la investidura asegurada, si te he visto no me acuerdo.
Quedan cuatro semanas para el gran día y todos estamos expectantes y con miedo. Las encuestas, de momento, no nos aclaran nada, ni tampoco lo harán siquiera en vísperas: tenemos ya experiencia en esto. Los santos están todos en novena y nuestras almas en vilo.
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