Opinión

De rodillas

El jueves 11 de abril la Casa Santa Marta fue escenario de un acontecimiento sin precedentes: el Papa Francisco se arrodilló y besó los pies de los cuatro líderes más importantes de Sudán del Sur. La escena, no preparada de antemano, dejó a todos los presentes atónitos y a más de uno se le saltaron las lágrimas.

Fue el punto final de una iniciativa ya en sí misma muy sorprendente: el Papa y el Primado de la Iglesia Anglicana Su Gracia Justin Welby habían invitado al Presidente y a los Vicepresidentes de la joven nación africana a participar en un retiro espiritual –sic– que tuvo lugar los días 10 y 11 de este mes en la residencia personal del Papa y al que asistieron también obispos católicos, anglicanos y presbiterianos sur sudaneses.

Al final de esas dos jornadas Bergoglio recibió a todos y les dirigió un discurso cuyo eje central fue un apremiante llamamiento a la paz de un país en el que seis años de guerra civil han provocado 400.000 muertos, dos millones de exiliados y un millón y medio de desplazados dentro de sus fronteras obligados a abandonar sus casas y haberes.

Finalizado su discurso, improvisando Francisco dijo. «A vosotros que habéis firmado el acuerdo de paz os pido como hermano que permanezcáis en la paz. Os lo pido con el corazón». Y subrayando estas palabras con el gesto besó los pies del Presidente Salva Kiir Mayardit y de tres vice presidentes, uno de los cuales Riek Machar ha sido histórico jefe de la oposición y jefe militar de la revuelta contra el gobierno.