Opinión

Neus Català

La mayor venganza que se puede cometer contra quien intenta destrozar tu vida es disfrutar de una buena existencia y vivir muchos años. Eso es lo que hizo Neus Català, una de las supervivientes españolas del Holocausto. Su vida fue el mejor acto de resistencia contra la barbarie del nazismo. Murió hace unos días, a los 103 años.

Vivir 103 años es un logro digno de ser admirado. Hacerlo después de vivir el Holocausto es un milagro. Català estuvo recluida en el campo de concentración de Ravensbruck, conocido como El puente de los cuervos. Allí supo lo que es la crueldad y la maldad humana. La supervisora jefe del campo era una mujer austriaca, Maria Mandel, apodada por las prisioneras como la Bestia. Su sadismo superaba el de sus compañeros de las SS y como premio fue enviada a Auschwitz–Birkenau para seguir perfeccionando el horror nazi. Mandel fue detenida, juzgada y condenada a morir en la horca el 24 de enero de 1948. Tenía 36 años. Neus Català terminó ganando la guerra. Vivió 103 años y, según su hija, se fue tranquila y cantando. Una nueva victoria.

Primo Levi, en «Conversaciones con Ferdinando Camon», contaba que en Auschwitz siempre tenía el mismo sueño: regresaba a casa, volvía con su familia y les contaba, pero no le escuchaban; la persona que tenía delante daba media vuelta y se marchaba. Neus Català también dedicó su vida a narrar su experiencia. Tenía la necesidad de contar y nosotros la obligación de escuchar. Esa será nuestra mejor venganza contra las infamias de la historia: escuchar el relato de las víctimas y no dejar que su memoria muera con ellas.