Opinión

Casado y el verdadero arte de decir la verdad con una sonrisa

Pablo Casado quería un debate cara a cara con Pedro Sánchez y tenía razón. Los debates a cuatro son más cómodos, pero no son un debate. «Es un debate que no es un debate», admite alguien que se sienta en el Consejo de Ministros. El líder del PP, armado con una sonrisa y un buen lenguaje de gestos, intentó que fuera un debate a dos. Su adversario era el presidente del Gobierno, lo que no le impidió enviar pullas a los teloneros, sobre todo a Iglesias, que acusó el golpe de los Presupuestos «prácticamente comunistas», mientras con elegancia eludió la confrontación con Rivera, que intentó provocar al recordar que un histórico de la política económica de Aznar está en la cárcel.

Casado empezó muy bien y acabó bien, pero tuvo altibajos. El líder del PP pretendía –y lo logró, aunque eso significara menos agresividad de la que esperaban algunos– ofrecer una imagen presidencial. Si los estrategas del PSOE pretenden instalar la idea de la moderación de Sánchez ante otros excesos, ayer Casado fue el moderado y el institucional y siempre con sonrisas. Lo explicó Horacio: «¿Qué impide decir la verdad riendo?». El sucesor de Rajoy, al que nadie echa de menos en estos debates, lo ha demostrado.

Quinto Tulio Ciceron también le recomendaba a su hermano Marco Tulio, en su campaña para cónsul de Roma, la importancia de la «simpatía sincera», que ayer fue la de Casado, en la ida de una eliminatoria que se decide hoy en Atresmedia, en un formato más ágil y donde se volverá a hablar de indultos y habrá oportunidad para confirmar quién tiene hechuras de presidente. Con la verdad y con sonrisas.