Opinión
No es lo mismo
Es muy sencillo hablar hasta desgañitarse de libertad de expresión cuando se está en un país democrático, aunque tenga sus agujeros y sus leyes que mejorar. Es muy sencillo declararse feminista poniéndose una camiseta reivindicativa cuando tienes una condición privilegiada, y no solo por vivir en un país de Occidente. Es muy fácil escribir a favor de los derechos de la mujeres en un medio de comunicación de un país donde la libertad de expresión está por encima del derecho al honor, la infamia y la calumnia, lo que a veces logra debilitarla. Es sencillo y no pasa nada por reconocerlo.
La complicación está en hacer todo lo anterior en el infierno, en países como Irán, Afganistán, Yemen o cualquier rincón de África donde la democracia es una palabra que ni siquiera se pronuncia excepto para hacer un ejercicio de tergiversación y prostitución del lenguaje. Hace unas horas, una periodista afgana y asesora cultural, Mena Mangal, fue asesinada en una calle de Kabul, en un atiborrado mercado de Karte Naw, por dos hombres que le dispararon desde una motocicleta. Mangal era conocida por escribir a favor de los derechos de la mujer y de las niñas, remarcando el derecho a la educación y la denuncia de los matrimonios forzados. Nadie elige dónde nace y pocas veces elige dónde muere. Eso sí es periodismo. Eso sí es feminismo. Eso sí es luchar por la libertad de expresión. La valentía y el compromiso de género y de profesión se demuestran sobre el terreno. No es lo mismo morir por las palabras que vivir de las palabras. Y esa es la gran diferencia que como sociedad, como individuos y como profesionales deberíamos mirárnoslo y dar el enfoque justo.
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