Opinión

Juanito el Grande

Juanito el Breve. Así le motejó el vidente Santiago Carrillo cuando fue proclamado Rey de España. También en aquellos primeros tiempos compartió con la Reina Sofía la soledad. En el «Te Deum» de los Jerónimos, oficiado por el cardenal Tarancón, estuvo presente una Europa esperanzada. Su padre, Don Juan De Borbón, actuó de secreto embajador trasladando a los líderes europeos las intenciones del Reinado de su hijo. Y hasta Madrid llegaron el Presidente de la República Francesa, el marido de la Reina Isabel II, el Canciller de la Alemania libre, y demás personajes nada habituales en Madrid. Ha sido el Rey de la amnistía, de la libertad, de la Constitución, del desprendimiento voluntario de sus poderes, de la concordia entre los españoles y el mejor embajador, junto a la Reina, que ha tenido España. En América clavó su mirada y sus esfuerzos. Me lo dijo la candidata a la presidencia de Colombia y embajadora en España Noemí Sanín: «En América, el Rey Juan Carlos encarna a la “Auctoritas”».

Cuando abdicó de la Corona en su hijo Felipe VI – 2 de junio, cinco años–, el Rey se hallaba físicamente derruido y maltratado por la ingratitud. Creyó llegado el momento y lo hizo. A pesar de ello y de sus desavenencias con sus huesos y sus caderas, el Rey Juan Carlos I ha representado a España y a la Corona en más de 150 actos y viajes oficiales. Reinó con Gobiernos de la UCD, del PSOE y del Partido Popular, y demostró con su autoridad arbitral y sus palabras conciliadoras con unos y otros que la Corona en el prestigio y el desarrollo de España es imprescindible. Rey cazador, como sus antepasados, y torero. La Cultura española le debe mucho, y España como nación se situó internacionalmente en los lugares privilegiados. Dio voz y libertad a quienes lo insultan, lo vejan y lo traicionan, ayudando a establecer en España el sistema político, judicial y parlamentario más garantista del mundo. Me lo dijo, años atrás, la Infanta Elena, la heredera anímica de la mítica Infanta Isabel, la Chata: «En Casa, la palabra “pereza” está prohibida».

Y ahora, Don Juan Carlos I, le ha anunciado a su hijo, Don Felipe VI, su decisión de abandonar la vida pública y recuperar la libertad que dio a todos los españoles para él en los últimos años de su vida. Ha sido un gigante. Su figura en el mundo es respetada, querida y admirada. Guarda para sí tantos secretos como confidencias oportunas ha regalado. Y ha heredado de su Padre, Don Juan, y trasladado a su hijo eso que algunos consideran tan antiguo y arcaico y los más, tan emotivo y fundamental. El patriotismo sin grietas. Porque además, como su abuelo, su padre y su hijo, el Rey ha sido un gran soldado, un militar sin manchas ni sombras. Demostró su habilidad y jerarquía en el Golpe de Estado de 1981, y hasta el comunismo le agradeció públicamente su firmeza.

Por lo demás, en su vida privada, ha sido un deportista a ultranza, y ha protegido al Deporte español con especial dedicación. Lo mismo a la Cultura y la Ciencia. Miles de aciertos y algunos errores. Un verano se empeñó en calzarse unos horrorosos mocasines italianos, y escribí en ABC de los zapatos del Rey. Llamada alarmada de Anson. –Alfonso, criticar en ABC los zapatos del Rey es como criticar al Rey–; –no, Luis María. Es criticar unos zapatos–. La Reina Sofía entregó sus días a las fundaciones, la sanidad, el amparo a los niños enfermos y desprotegidos y los avances de la ciencia médica. Sus viajes se caracterizaron por el humanismo y la generosidad con los más débiles. Reina extraordinaria, volcada en sus deberes y su familia.

Los críticos más amargos con la figura del Rey guardan en el fondo de su caja de rencores, la certeza de que su libertad se la deben al Rey que tanto han incordiado. No se marcha, se queda, y seguirá desde el silencio aconsejando al Rey Felipe, que ya ha demostrado su grandeza y su defensa de la Constitución en tiempos dificilísimos.

Mi familia estuvo siempre con el Rey que no llegó a reinar. Su renuncia a los derechos dinásticos a favor de su hijo Don Juan Carlos I supuso una acción compartida de generosidad y patriotismo. Don Juan se sentía profundamente orgulloso de Don Juan Carlos y admiraba y respetaba la figura del Rey como un español más.

Espero coincidir con Don Juan Carlos I, a quien le repatea lo de «Rey Emérito» para decirle en persona lo que pone punto final a este texto. «Señor: Como español libre, gracias».