Opinión

Chino Ramos

El futbolista Ramos quiere irse a jugar a un equipo chino. No entiendo los motivos del Real Madrid para intentar retenerlo. Es carísimo y lo expulsan mucho. Por otra parte, no tiene sentido negociar un nuevo contrato con quien ha iniciado la senda del descenso. También hay una parte dolorosa en su decisión de abandonar Madrid y largarse a China. Perderíamos su elegancia en el vestir. A principios de siglo XX, Grover Whalen, se refirió de esta guisa a su elegante amigo Francis Polter: «Viste peor que un payaso». Ramos es lo contrario que Polter, un dechado de buen gusto y sencillez, que eso es la elegancia, pasar desapercibido. Y también añoraríamos su sabiduría e inteligencia. Hombre de palabra concisa y acertada. Un dardo en la dialéctica. Aunque el gran valor humano de Ramos no es otro que su renuncia a los bienes materiales. Ha defendido con orgullo y frenesí el escudo del Real Madrid a cambio de casi nada. «No me interesa el dinero», creo que le dijo a alguien en una ocasión.

Esta vez, parece ser que el dinero –al fin–, le ha zarandeado los cotubillos. A los chinos les sobra y desean invertir unas cuantas decenas de millones de dólares en Ramos. En el Real Madrid se resisten a dejarlo marchar a cambio de nada, cuando en realidad, es a cambio de mucho. El contrato de Ramos con el Real Madrid, a pesar de su lejanía con la avaricia, es fabuloso, y con ese dinero se podría contratar a un gran defensa central que impacte con los codos en los rostros de sus adversarios con más disimulo. Ramos ha dejado al Real Madrid con diez jugadores en el terreno de juego en muchos partidos. De haber nacido sioux o apache y tener responsabilidades de jefe en la tribu su nombre hubiera sido «Gran Jefe Codo Disparado». Pero nació en Sevilla, creo que en Camas, como el maestro don Francisco «Curro» Romero, bético hasta el duodeno, el yeyuno y el íleon. Lo escribo porque son los intestinos los que reflejan las emociones, no el corazón, que es insensible. Pemán escribió que lo del corazón es un invento de los poetas diametralmente adverso a la ciencia médica. Pero que decirle a una mujer «te amo con todo mi duodeno» o «te quiero con todo mi yeyuno», suena mal, feo, algo ordinario. Si Ramos, en verdad, ha defendido al Real Madrid con toda la fuerza de su duodeno, hay que agradecérselo dejándolo marchar a China. Los chinos, cuando quieren, son encantadores. Me lo han asegurado algunos amigos que tratan con chinos, privilegio que jamás he tenido en mi ya larga existencia.

El mundo del fútbol es incomprensible para los que nos limitamos a ver partidos y amar a un club, en mi caso el Real Madrid, precisamente. Es cierto que Ramos metió un gol en el último segundo de una final de la Liga de Campeones que aseguró la prórroga contra el Atlético de Madrid. Meter goles al contrario es una obligación, no una heroicidad. Se le ha agradecido con generosidad, pero no significa que por ese gol no se pueda marchar a China. Siempre habrá un hijo de Zidane para sustituirlo. El Real Madrid tiene la suerte de contar con un jugador «todoterreno» que puede ocupar cualquier lugar con plenas garantías. Isco podría suplir a Ramos en la defensa, del mismo modo que Mariano fue inteligentemente rescatado para ocupar el puesto de Cristiano Ronaldo. El Real Madrid no acostumbra a equivocarse en la planificación de la plantilla del primer equipo. Se equivocan los equipos que descienden de categoría y el Real Madrid ha logrado en la Liga española un meritorio, sufrido y heroico tercer puesto. Si Ramos se quiere ir a China y no se lo permiten, el año que viene va a jugar con melancolía, y puede bajar el Real Madrid del tercero al quinto puesto, que también sería meritorio, pero algo menos.

Ramos, que es un misionero del deporte, sabe que San Francisco Javier, el indomable navarro, falleció a las puertas de China, su destino y su sueño. Creo que no tiene derecho el Real Madrid a convertir a Ramos en el San Francisco Javier del siglo XXI.

Si quiere marcharse a China, por mi parte, que se vaya.

P.D. Emocionado por la actitud de Sergio Ramos, mantengo mis deseos de que se vaya a China.