Opinión
Romance del ministro
Mira, Irene, la verdad
Sin tapujos ni remilgos
Es que la gente me importa
Bastante menos que un pito.
Yo sólo aspiro a que Sánchez
Me nombre, de algo, ministro,
Que es la ilusión de mi vida
Desde mis años de niño.
Cuando yo era muy pequeño
Soñaba que mi destino
Era llevar por el asa
La cartera de un ministro,
Como si fuera Solís,
Manuel Arburúa, Pío,
López-Rodó, López Bravo
O Fraga, o Silva o el mismo
Cotorruelo Sendagorta
Que fue un ministro muy efímero.
Un ministro de los de antes
Y que mandaban muchísimo,
Con chófer uniformado
Siempre dispuesto al servicio,
En coche del PMM
Y billetes gratuitos
En Iberia, Aviaco, y Renfe
Con reserva de buen sitio.
Tú, Irene, siempre vendrías
A cualquier viaje conmigo,
De gorra, como pareja,
Mi amor, del excelentísimo
Ministro don Pablo Iglesias,
Que suena súper bonito,
Que suena bello y rotundo,
Que suena... como los trinos
De un ruiseñor empeñado
A fuerza del píopío
En conquistar a la hembra
Que habita en árbol distinto.
Estoy harto de la gente,
De sus desaires continuos,
De sus chismes por la espalda,
De sus murmullos dañinos,
Que si el chalé, que la herencia,
Que al vino pan y al pan, vino,
Que la «Salus Infirmorum»
Que atiende y cuida a los niños
Por las noches, permitiendo
Que durmamos más tranquilos,
Aunque nos cobre cien euros
Por sesión, como a los pijos.
El día menos pensado,
Irene mía, cariño,
Compañera y portavoza,
Lo mando todo al mismísimo
Carajo, y me quedo sólo
Con mi cargo de ministro,
Que le gente es muy envidiosa
Desde que somos más ricos
Que el resto de los pringados
De «Podemos No Pudimos».
¿Cómo pretende esa gente
Que crea en el comunismo,
Con un chalé en La Navata,
Con un jardín preciosísimo,
Entre corzos, entre gamos,
Entre ciervos y cochinos,
La oropéndola en el álamo,
El verderón en el tilo,
La torcaz guardando el roble,
Y la alondra entre los pinos?
¿Cómo puede ser el pueblo
Tan sumamente cretino?
Con nuestra piscina azul,
Con nuestro césped divino
Que parece un «green» de golf...
¿ Qué se ha creído el gentío?
Sólo me falta, mi niña
Portavoza, ser ministro,
Y creo que tengo a Sánchez
Por los cojines cogido,
Y de aquí a muy pocos días
–en su palabra confío–,
Me llamará a su despacho,
Me abrazará con cariño,
Y me dirá sin celajes:
–Pablo, te nombro ministro
De Trabajo, de Exteriores,
E Información y Turismo–.
¡Tres carteras, tronca mía!
Mi sueño se habrá cumplido,
Y tú estarás a mi lado
Con el más caro vestido
Para acudir a La Granja
A la fiesta del Caudillo
Que vamos a trasladar
Del Valle de los Caídos.
Ya se lo dije a mi madre
Cuando era muy pequeñito
Y aún no tenía coletas:
–Mamá, quiero ser ministro–.
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