Opinión

¿Quién está detrás de los sabotajes a los petroleros en Ormuz?

Los serios incidentes navales

ocurridos en los últimos 30 días en la entrada al Golfo Pérsico han reactivado la

lucha entre potencias por la hegemonía de esta región rica en petróleo,

provocando la alarma de la comunidad internacional. ¿Quién está detrás de

ellos?

Las explosiones ocurridas tanto

en el carguero noruego Front Altair como en el japonés Kokuka Courageous fueron

indudablemente el fruto de un ataque de sabotaje coordinado, ya que emplearon

métodos similares y ocurrieron el mismo día, el pasado jueves 13 de junio. Ambos

buques fueron atacados tras haber cruzado el Estrecho de Ormuz, por donde transita

nada menos que la quinta parte de todo el petróleo que se consume en el mundo:

17,2 millones de barriles al día de los 100 millones totales. Esta franja de

agua salada, de tan sólo 68 kilómetros de ancho en su punto más estrecho,

conecta el Golfo Pérsico con el Mar Arábigo a través del Golfo de Omán, muy

cerca de las costas iraníes.

El Estrecho de Ormuz no es solo

una de las rutas más utilizada por los petroleros sino también el delicado

epicentro donde confluyen los intereses geoestratégicos opuestos de hasta ocho

países vecinos, divididos en dos grupos antagónicos. En un lado, se encuentran

las monarquías suníes de Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos (EAU)

apoyadas por EEUU. En el otro, están Irán y sus aliados chiíes en Líbano, Irak,

Siria y Baréin.  En este contexto, las fuerzas

armadas saudíes y emiratíes combaten desde hace más de cuatro años a los hutis,

una facción alineada con Irán que tomó el poder en Yemen tras una guerra civil aún

inconclusa.  

El domingo 12 de mayo, cuatro barcos

comerciales, dos saudíes, uno noruego y uno emiratí, fueron atacados cerca de Fuyaira,

cuyo puerto es el único terminal de Emiratos Árabes Unidos que se encuentra en

la costa del Mar de Arabia, una vez atravesado el Estrecho de Ormuz. También en

Fuyaira ---uno de los siete ricos emiratos árabes— se halla el centro de

almacenamiento de petróleo más grande del mundo.

El  momento del segundo ataque, perpetrado el

jueves 13 de junio, tampoco fue nada casual. Se desató precisamente cuando el

primer ministro japonés, Shinzo Abe, se entrevistaba con el liderazgo iraní

para encontrar una forma de retomar el diálogo entre Teherán y Washington. También

es necesario constatar que los dos petroleros afectados, que navegaban  a 30 millas de las costas de Irán, transportaban

cargamentos vinculados con Japón.

¿Cuál fue la causa de las explosiones?

Las primeras informaciones apuntaban a unos torpedos, una hipótesis que

implicaría una acción activa-ofensiva y unas infraestructuras compatibles con

las de un Estado. En otras palabras, lanzar un torpedo supone necesariamente

disponer de barcos de guerra sofisticados como submarinos o fragatas y no está

al alcance, todavía, de organizaciones terroristas como Al Qaeda o Estado

Islámico.

No obstante, cuando se disipó la

bruma de la confusión se hizo más claro que no fueron torpedos sino minas

magnéticas las que ocasionaron los destrozos tanto en el casco del Front Altair

como del Kokuka Courageous. El escenario de las minas no es menos preocupante que

el de los torpedos pues, aun siendo un elemento más pasivo y menos avanzado,

también significa que alguien las puso en unas aguas tremendamente transitadas

y con intenciones nada amistosas.

¿Quiénes fueron los responsables?

Aquí se abren al menos cuatro opciones.

Opción 1 - Irán: Washington acusó a Teherán de colocar las minas

lapa. El secretario de Estado, Mike Pompeo, apuntó al régimen de los ayatolás

pero no aportó pruebas de su acusación. Lo que mostró el alto mando militar estadounidense

fue un vídeo, donde se ve una patrullera, presuntamente perteneciente a los

Guardianes de la Revolución iraníes, que se acerca a uno de los petroleros y

retira una mina lapa que no había explotado.

La posibilidad de que los

responsables sean efectivamente las tropas de la Guardia Republicana no es

descabellada pues el aumento del precio del crudo les beneficia de forma

directa —pero no sólo a ellos, sino también a todos los productores de petróleo

y eso agrupa también a EEUU, Arabia Saudí o Rusia—. Para Teherán, un fuerte aumento

del valor del ‘oro negro’ implicaría un sustancial incremento de la entrada de

divisas, precisamente ahora que su economía no atraviesa una buena racha a

consecuencia de las sanciones internacionales. Irán querría, además, demostrar

su fuerza y su capacidad para desestabilizar los mercados pero sin que eso significara

un ‘casus belli’. Su amenaza de cerrar el paso del Estrecho de Ormuz nunca se

ha cumplido hasta el momento, pues eso elevaría hasta los 80 dólares el precio

del barril. Actualmente cuesta alrededor de 60 dólares.

El régimen chií se distanció del

incidente al que calificó de “sospechoso”. Acusar a Irán “es la forma más

simple y conveniente” para los intereses de Pompeo, respondió tajante un

portavoz del Ministerio iraní de Asuntos Exteriores.

Opción 2 - Los hutis: Este grupo religioso-político armado, amigo

de Irán, controla la capital de Yemen desde hace cinco años y ya ha lanzado

audaces ataques con misiles balísticos contra intereses saudíes, como

refinerías o aeropuertos, algunos de ellos muy recientemente. Los hutis,

fogueados en un conflicto iniciado en 2004, bien podrían ahora haber ampliado

su radio de acción, extendiéndolo hacia Emiratos Árabes Unidos, para castigarle

así por participar en los bombardeos a su territorio.      

Opción 3 - Ambos: Tampoco es descartable la idea de que hayan

actuado juntos rebeldes yemeníes y paramilitares iraníes pues les une el

enemigo común. Una investigación internacional presentada a Naciones Unidas

llegó a la conclusión de que los daños causados en los ataques de mayo fueron provocados

por buzos desplegados desde pequeños "barcos rápidos" que habían

colocado minas de lapa en los cascos. 

Opción 4 - Un país tercero. Israel, destacado socio de EEUU en la

región, tendría medios suficientes logísticos para llevar a cabo esta compleja

acción de sabotaje con el objetivo de dinamitar el diálogo auspiciado por Japón

y aislar más a Irán después de que Donald Trump decidiera retirar a su país, el

año pasado, del acuerdo nuclear firmado en 2015 por Teherán.