Opinión

Con la venia de Macron

No está España para más elecciones. Por España, y no por sus partidos políticos urge encontrar una solución positiva siempre que el presidente francés Macron la autorice. Un Gobierno constitucionalista de coalición PSOE-PP provocaría un lógico rechazo. Un Gobierno del PSOE con Ciudadanos, facilitado por la abstención del PP en la investidura de Sánchez, siempre que Macron conceda el permiso, haría saltar por los aires los planteamientos chantajistas del separatismo y las ambiciones ridículas y peligrosas de los podemitas. Iglesias camina hacia su final, y no puede toparse en su senda descendente hacia el precipicio con un hotel de lujo dispuesto a hospedarlo y enriquecerlo.

Creo que Casado es un buen dirigente del PP y no dudo de su patriotismo. Por otro lado, su lugar en la próxima Legislatura se lo han indicado los votos. Partido de la oposición, aquello que antaño se denominaba la Leal Oposición, siempre dispuesta a situarse del lado del Gobierno en los asuntos que afectan directamente al Estado. No se trata de una ocurrencia, sino de una obligación ética y estética. El PP recuperaría una buena parte de su prestigio perdido si demostrara la generosidad del buen patriota. No estimo que Ciudadanos entorpeciera su propia proyección negándose a formar Gobierno con los socialistas. Los afectados serían los indeseables para colaborar en un Gobierno de España cuando su único objetivo es la destrucción de España. Podemitas, separatistas vascos y catalanes, herederos de la ETA y el memo de Garzón.

Me ofrezco a viajar a París, acudir elegantemente vestido al Elíseo, y solicitar con humildad la presente propuesta a Macron. Lo haría con carácter privado y nadie se enteraría de nuestro encuentro en la cumbre. Bueno, Macron en la cumbre y servidor en el llano. Un Gobierno de coalición proporcionado a los escaños que han asignado los españoles al PSOE y Ciudadanos. Un Gobierno, pues, aparentemente respetuoso con la Constitución y las Leyes, libre de coacciones y chantajes infectados por el odio. Y el PP, Vox, Coalición Canaria, y los buenos navarros, unidos en una Leal y firme Oposición, siempre que sus deberes de defender sus ideas y sus demandas no choquen con la superior obligación de servir a España. Hasta Macron estaría de acuerdo con este proyecto nacional y democrático.

Al cajón –o la papelera-, la exigencia de los indultos a la banda organizada de golpistas y abusadores del dinero público. Respeto máximo a la sentencia del Tribunal Supremo impuesta a los rebeldes. Defensa, al fin, de la libertad de enseñanza en español a cuantos españoles elijan nuestro pequeño idioma para desarrollar su formación. Aquí, Macron puede sentirse molesto, por cuanto el español lo hablan tan sólo 800.000.000 de los seres humanos que habitan en este planeta conflictivo, y el francés algo menos de la mitad. Pero se puede superar. Borges, que no era francés, leyó por primera vez «El Quijote» en francés, y esa tontería bien narrada puede gustarle a Macron. Los españoles no pueden soportar una mayor agresividad impositiva, y Ciudadanos podría rebajar la capacidad derrochadora del PSOE. Todo esto se habla, se matiza y se negocia. Palabra, matiz y negociación que se harían imposibles si el PSOE elige como compañeros del Gobierno a los comunistas estalinistas de Podemos, a los separatistas y a los herederos de la ETA, que es la unión apetecida por Celaá, que joé con la Celaá.

Unas nuevas elecciones siempre pueden aclarar la situación, pero sería absurdo convocarlas si dos poderosos partidos políticos, el primero y el tercero de España, pudieran gobernar con la leal oposición del segundo. Agravios pasados, pelillos a la mar y a trabajar, que España es mucho más importante que todos sus políticos, sus ambiciones, sus pasados y sus presentes.

Abstención del PP, y la anti-España al banquillo de los reservas. ¿Vale, Macron? Merci.