Opinión

Doñana

Me parece correcto que Sánchez pase el verano en Doñana. Eso sí, se va a cocer vivo. El Coto es uno de los rincones naturales más portentosos del mundo, pero en el mes de agosto la marisma se seca, el suelo se atorra y agrieta, y los lucios se embarran. Eso sí. La playa del Coto, que alcanza los predios de Matalascañas, es tan larga como poco frecuentada. Conocí Doñana cuando la mayor parte de su territorio era privado. Más tarde he visitado el Coto y como todo lo público, ha perdido el cuidado de los dueños. Si Carmen Calvo dice que el dinero público no es de nadie, el Coto de Doñana tampoco tiene propietarios. El Palacio de La Marismilla era, cuando tuve el asombro en mis ojos por primera vez, de la familia Borghetto, de los Morenés. Si mal no recuerdo, otras zonas pertenecían a los González y a los Noguera. Se han publicado centenares del libros del Coto Doñana, pero ninguno como el más complicado de encontrar, cuyo autor es Carlos Morenés y Mariátegui, actual marqués del Borghetto. Lo editó El Viso de Santiago y Carlos Saavedra por encargo de una Fundación Cultural que no se esmeró en la distribución. Muy cultural pero bastante indolente, a mi modo de ver. Tengo un ejemplar y los textos son tan sabios y vividos, como extraordinaria su aportación gráfica. No se lo presto a Sánchez porque no me lo devolvería, pero de leerlo –esfuerzo improbable–, disfrutaría más con el conocimiento y la profunda Historia del Coto, lugar de Reyes y pasmo de la naturaleza.

En junio, julio y agosto, Doñana cuece. No hay sombra más caliente que la de los pinares. Un pinar en verano es un bosque vacío de vida. Las sombras más frescas las regalan los hayedos y las fresnedas, y las más tórridas los pinares y las higueras. Le recomiendo a Sánchez que de pasear por las dunas y cobijar su calor bajo los pinos porte una palangana con hielo. Lo más adecuado sería recomendarle que se quedara en septiembre, donde la vida se recupera, los venados se ponen chulos en la berrea, los gamos los imitan en la ronca, y los cochinos supervivientes se entregan al fornicio sin trampa ni cartón. Poco más tarde, huyendo de los hielos y las nieves de Rusia y los países nórdicos, entran los ánsares, los gansos salvajes, aves fuertes y maravillosas. Existe un cerrillo, el Cerro de los Ánsares, donde antaño se cazaban sin hacer el mínimo daño al equilibrio natural.

Pero agosto es la monda. No olvide Sánchez llevar un buen surtido de sombreros tropicales. Mi viejo amigo el marqués de Sotoancho viajó a Sudáfrica, en su primer y único Safari, con varios de ellos. Un «White Drill and Khaki Canvas», el imprescindible «Drab Felt», un sencillo «Covered Drill», el elemental «Single Teral», un «Boating», el «Shikar» de toda la vida que en España conocemos por «Salacoff», y un «Graham», éste último refractario al calor en grado sumo. Y para doña Begoña, un «Lady's White Shikar» –el Salacoff femenino–, un «Tennis Hat» y un «Lady's Pitch Evelyn», y por qué no, un «Lady's Teral», que es el sombrero que ella usa habitualmente en sus viajes laborales del «Proyecto África». Un agosto en Doñana sin estos sombreros, es un agosto de alto riesgo.

El «Boating» es para pescar. Los cazadores en África los utilizaban para cubrir sus chocholas en los recechos fluviales a hipopótamos y cocodrilos, pero cumplen con su cometido con parecida competencia en la pesca de la Dorada, de la Lubina o de la Caballa, que abundan en la muerte oceánica del Guadalquivir. Y para sus cenas familiares y románticas le recomiendo –no es necesario el Falcon porque se pasaría–, el uso de una embarcación a motor pausado, para llevarlo junto a su familia a Sanlúcar de Barrameda, frente por frente del Coto, donde se sirven unos langostinos cocidos para chuparse los dedos. Afortunadamente, su armonía matrimonial es perfecta, y nada le afecta la «seguiriya» que abarca toda la comarca con la tristeza en su breve estrofa: «¡Viva Cai, viva er Puerto,/ Viva Sanluca y Jeré,/ Viva quién pasa en er mundo/ penas por una mujé!».

Tampoco en Madrid es tan necesario. Puede alargar las vacaciones sin prudencia alguna. Basta y sobra con dejar a Tezanos al mando de la cosa y llamarlo de cuando en cuando para darle instrucciones. Con Tezanos y Rosa María Mateo al pie del cañón, tiene Sánchez cubiertas las espaldas, y podrá experimentar las delicias del poniente cuando vence al levante, que son victorias difíciles y más septembrinas que agosteñas.

Sea lo que sea y descanse lo que descanse, que no se cueza y que lo pase muy bien. Ea.