Opinión

Benjamín y los bomberos

La vida es una foto, o mejor dicho, es lo que nos perdemos mientras nos empeñamos en hacer una fotografía o en contemplar una realizada por los demás. Se nos escapan historias que merecen ser contadas y conocidas, mientras insisten en contarnos otras que nos sabemos de memoria y aportan poco más que ruido.

Es el caso de Benjamín y los bomberos de Marbella. Benjamín era un niño de siete años con un tumor cerebral que le dificultaba la movilidad y le obligaba a depender de una silla ruedas. Cada día, durante los últimos meses, los bomberos de Marbella se dirigían a casa del pequeño para bajarle y subirle a pulso por las escaleras, ya que la vivienda donde vivía no tenía ascensor, y así poder asistir a la escuela. No sé si está entre los cometidos de los bomberos, pero tampoco me importa ni creo que importe a nadie. Hay comportamientos y actitudes que salen de dentro, aunque no estén estipulados negro sobre blanco.

Esos mismos bomberos acondicionaron parte de la vivienda del niño e iniciaron una campaña recaudatoria para solicitar un cambio de vivienda que facilitara la vida del pequeño. Benjamín murió el pasado viernes. Su familia no tiene medios económicos para hacerse cargo de los gastos del entierro.

Una vez más, los bomberos de Marbella han acudido al rescate para dejar su impronta de ayuda y solidaridad, pagando el funeral de Benjamín con los 6.000 euros que habían recaudado para ayudarle. Hacer grande lo pequeño. Hacer fácil las cosas complicadas. Sería un buen lema de vida, una foto en la que todos saldríamos retratados.