Opinión

Tailandia

Aseguran que el caganer forajido teme el rigor jurídico de la sentencia del Supremo y la reactivación de la euroorden para conseguir la extradición del mayúsculo cobarde. Últimamente se dedica a cenar en la casa de una asesina terrorista etarra, experta en destrozar nucas con sus disparos por la espalda. Sus allegados temen que hasta los belgas sean capaces de entender su grave delito y decidan entregar al fugitivo y compañía a la Justicia española. Europa no conviene. Y piensan que los destinos más seguros para que el revolucionario en fuga siga viviendo a costa del dinero público español y del privado de los millonarios catalanes inmersos en el independentismo –las gallinas siempre terminan reuniéndose– son Brasil y Tailandia. Le aconsejo Tailandia, donde pervive un alto grado de conocimiento de Cataluña entre la población. Y la ventaja de la cercanía geográfica. En Tailandia, Puigdemont se va a sentir como en su casa. Los tailandeses son amables y sosegados. El régimen político es el de una monarquía absoluta, donde el rey es considerado lo más parecido a su dios, que tengo entendido que es Buda o algún pariente próximo. Y el día que cumple lustros el rey, el pueblo baila en su honor una trepidante danza, el tutaykiri, que recuerda por su cadencia a la insuperable sardana. Existe otra danza típica, el fedef, menos interesante y mucho más alejada del espíritu del Prusás.

Brasil es refugio más complicado. La gran nación sudamericana experimenta, desde hace decenios, un proceso de españolización altamente peligroso. Un proceso lógico, por cuanto limita con naciones cuyos naturales hablan el idioma que se prohíbe en Cataluña. No sólo las naciones fronterizas con Brasil, sino el resto del continente sur de América, la totalidad de Centroamérica, y una buena parte de América del Norte con México y los Estados noramericanos de origen español. En el caso de que eligiera Brasil como destino estable de su huída, le recomiendo el Estado de Pará, en el corazón amazónico. Tuve el privilegio de conocerlo en una de las expediciones de Miguel De la Quadra-Salcedo, y en Santarem nos reconoció a Miguel y al que escribe un catalán simpatiquísimo allí radicado y especializado en la compraventa de oro fluvial. Un catalán nada recomendable porque se presentó como «español», si bien la Amazonia es tan grande que podrá evitar su contacto con el español sin problema alguno.

Lo malo es el calor. Un tipejo tan inconsistente como el de marras con el sol amazónico se puede derretir y ser devorado a modo de puré por los caimanes que abundan en la gran vena de agua del Amazonas. De retorno a Tailandia, le aporto una nueva ventaja. Entre Barcelona y Manaos, capital del Río Negro, apenas hay 7971 kilómetros, en tanto que entre Barcelona y Bangkok el trayecto es de 9672 kilómetros, lo que hace más complicado el interés de España por recuperarlo. Un revolucionario a 9672 kilómetros de distancia pierde su influencia, su fuerza y su prestigio. Y además, los templos tailandeses le serán más familiares por tener más colorines que las tartas de Gaudí. Que así se lo dijo el Rey –el nuestro con mayúscula–, Don Alfonso XIII al presidente del Consejo de Ministros, don Eduardo Dato cuando éste le rogó que cancelara una visita oficial a Barcelona por temor a un atentado anarquista. –Don Eduardo, si me he comprometido a visitar Barcelona, no rompo mi compromiso por nada del mundo. Además, temo más a Gaudí que a los anarquistas–.

Lo cierto es que en otoño el pájaro emigra de Bruselas, con Boye o sin Boye, con lazo o sin él. Tendrán que pasar más de dos décadas para que pueda recuperar los olores y los sabores de Gerona. Cuando retorne, lo hará hablando en tailandés porque se le habrá olvidado el catalán. Un ancianillo gerundense intentando hacerse entender en tailandés en Gerona carecería de magia revolucionaria. Los catalanes independentistas son muy suyos, y no toleran resignaciones en su idioma universal. Me atrevo a poner un ejemplo contundente y sin vuelta de hoja. En catalán, balón se traduce por «pilota», femenino de piloto. En tanto que en tailandés, el balón se dice «noun uk». Un catalán que grite en plena jugada del Barcelona « ¡Pasa el noun uk»! no puede conseguir la independencia de Cataluña, por mucho que lo reintente. Corulla o Carulla le pondría la proa, y con razón.

Para los catalanes que no son independentistas y el resto de los españoles, la decisión del pamplinas es una gran noticia. En Bélgica recibe visitas y cena en la casa de una asesina terrorista. En Bangkok, la pela es la pela, el viaje sale por unos cuantos euros más. Lo mismo que al Amazonas, con sus mosquitos, sus tarántulas, sus jaguares, pirañas y yacarés. Mejor en la libertad de allá que en la prisión de aquí, todo el día llorando. Fin del Prusás.