Opinión
Pus..
Marlaska fue un juez decente, firme y honesto defendiendo la legalidad ante el terrorismo etarra. No entiendo ni asumo lo que le ha sucedido a este hombre desde que fuera nombrado por Sánchez ministro del Interior. De aplicar las leyes a los asesinos de la ETA a concurrir en nombre del Gobierno de España al Parlamento de Navarra para asistir a la investidura de la Chivite gracias al apoyo de los herederos directos de los asesinos etarras. España no está infectada de odio. España es un torrente de pus desde que pudrió el ambiente el felón de Zapatero. Después del paso de un indolente, una manipuladora y un atracador contra la clase media por el Gobierno, al felón lo ha sustituído otro felón, un hortera venido a más, un derrochador de dinero y medios públicos, y un traidor al viejo socialismo. Para gobernar se ha valido del apoyo de los de Otegui, terrorista confeso y condenado, y ahora envía a Marlaska a la culminación del asco. Podría haber elegido a Celáa, e incluso a la ignorante de Ribadesella, allí conocida como la «pixina», la pijina, portavoz de la nada. Este inmediato fin de semana bajan las piraguas, miles de piraguas, desde Arriondas a Ribadesella, y aprovechando que los Sánchez andan por el Coto de Doñana, la niña de los Lastra celebrará en Ribadesella el tradicional descenso. Y podría haber enviado a Carmen Calvo, ese disparate amargo de mujer, que ha justificado el apoyo de Bildu al PSOE con una sentencia estremecedora: «Nuestros adversarios naturales son las derechas». No considera adversarios a los asesinos de decenas de políticos, representantes y militantes socialistas. Qué asco el pus del rencor, la ignorancia, la traición y la majadería. Rizar el rizo de la desvergüenza es enviar de representante del Gobierno de España a Pamplona, a un juez que, antaño, combatió a los terroristas que ahora le obligan a felicitar.
Al fin sabemos que los asesinos de Fernando Múgica, de Fernando Buesa, de Casas, de Pagazaurtundúa, y la relación ocupa al menos tres renglones más, no eran adversarios naturales del PSOE. Eran, simplemente, de acuerdo a las palabras asnales de Carmen Calvo, tan sólo sus asesinos. Por ello, es lógico que los socialistas y los de Otegui se fundan en un abrazo y pacten la entrega de Navarra al País Vasco, su sueño hasta hoy inalcanzable. Las derechas son sus adversarios naturales, y los bilduetarras, unos muchachos que quizá se extralimitaron asesinando a mil inocentes, dejaron mil familias destrozadas, hirieron y amputaron a otras mil personas, torturaron y secuestraron hasta límites de crueldad que no se hubieran atrevido a rozar en Treblinka ni los campos de concentración de Stalin y que ahora, son sus colaboradores naturales. Así definió don Juan Valera, secretario particular durante un tiempo al duque de Osuna, don Mariano , el último dandy de Europa. «Sus venas, con poca sangre, sus ojos, con mucha noche». De haber definido al PSOE actual, habría diferido un poco la sentencia: «Sus venas, con mala sangre, sus ojos, con mucho pus».
Que se extiende e infecta, al pus me refiero, a ese sector de las sociedades vasca y navarra, que amparan a los asesinos, que homenajean a los asesinos, que comprenden a los asesinos y que desprecian a sus víctimas. Las imágenes del homenaje al secuestrador de Ortega Lara, asesino de dos guardias civiles y autor de un atentado con diez heridos en el retorno a su pueblo, cuyo nombre omito por higiene, son espeluznantes. Qué odio, qué infección, qué chulería, que fealdad, qué insulto a los que han sufrido de su perversidad sin límites. Pero según la Calvo, ese hijoputa sanguinario y patético, no es un adversario natural del PSOE. El adversario natural son las derechas, en las que incluye a los guardias civiles y policías nacionales asesinados, a los militares asesinados, a los empresarios asesinados por no pagar el chantaje, a las mujeres asesinadas, a los ciudadanos de a pie asesinados y a los más de veinte niños asesinados por la manada terrorista del homenajeado. No hay nación en el mundo libre que acepte y tolere este tipo de recibimiento a los asesinos. Pero la ministra de Justicia y el ministro del Interior, fiscal y juez respectivamente, callan como cobardes y nada hacen por impedirlo porque los antaño terroristas son hoy compañeros naturales, jamás adversarios, de la infección socialista. Los adversarios naturales, casi mil –socialistas martirizados incluídos–, yacen bajo tierra y son despreciados por el partido que gobierna. Al menos, Carmen Calvo se ha atrevido a reconocerlo con el ácido inculto de su verborrea.
La Chivite al poder, los bilduetarras a compartirlo, y el juez a presenciarlo en nombre del Gobierno de España.
Vale.
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