Opinión

Indigna monja infame

Es argentina, vive en Barcelona y se siente separatista catalana. Su Santidad el Papa, por aquello del paisanaje, celebra sus burradas. Ahora se ha extralimitado. La monja Caram ha establecido una equivalencia entre los inmigrantes de la ONG «Open Arms» y el genocidio de seis millones de judíos en los campos de concentración nazis. Esta mujer endiablada, escondida en su hábito, es de una perversidad insuperable. Las monjas de su Orden, se sienten ofendidas y despreciadas por la religiosa mula, pero no hay obispo, ni arzobispo, ni cardenal ni Papa que se atreva con ella. Un vuelo de avión evitaría la mugre, pero cuenta con sólidas y firmes protectoras en el bosque de los lacitos. Pilar Rahola, especialmente, si bien la osita de Tous antes de perder los pelos por la amenaza de la ruina, consideró fundamental nombrarla consejera de su fundación. La Monja Caram se ha pitorreado de seis millones de mártires. No ha mencionado a Stalin, que asesinó al doble de esos seis millones, entre rusos disidentes, judíos y gitanos. Ahí no se mete la monja perversa por cálculos de beneficio.

Me pregunto qué tiene que hacer una monja para dejar de ser monja. Qué nivel de odio tiene que demostrar una monja, para dejar de ser monja. Muy cerca de mi casa, hay un convento de carmelitas descalzas. Algunas novicias no superaron la prueba de la vocación. Y el tiempo y el papeleo para dejar de ser novicias fue largo y pesaroso. Esas novicias se limitaron, durante su período de voluntaria prueba, a rezar por los demás y pedirle a Dios la aclaración de sus ideas y la constatación de su vocación religiosa. Convencidas de que su camino en la vida no era el que ellas deseaban, tuvieron que esperar meses hasta recibir la dispensa y su paso a la vida seglar. Y esta monja argentina separatista catalana, que manda nísperos con la monja, lleva años envenenando, distorsionando y distribuyendo su maldad sin que autoridad religiosa alguna le haya advertido de su instantánea expulsión de la Santa Madre Iglesia. Monja mefistofélica , sor infernal. Dicen que al morir la monja en cuestión, se recibirá de los infiernos un tuit versificado. «Llegó Lucía Caram/ y se ha puesto el rabo sola./ se espera con impaciencia/ a doña Pilar Rahola».

Lo incomprensible, es que Lucía Caram ha sido recibida por Su Santidad el Papa. Y que el Santo Padre, con ese sentido del humor porteño que le caracteriza, le recomendó que siguiera montando líos y excitando al gallinero. La irresponsabilidad de esta mostrenca vestida con los hábitos sagrados, no es exclusivamente suya. Es también de sus superiores, que les ríen las gracias, y la incitan a superar sus ascos de opinión con mayores ascos todavía. Si surge un sacerdote abusador, un sacerdote homosexual activo o un religioso que empaña con la amoralidad su condición de siervo de Dios, es inmediatamente – y aplaudo la medida sin restricción alguna–, apartado de su función pastoral o religiosa. Esta monja inaceptable se encuadraría a la perfección en la política separatista, pero sin hábito. Esta monja destructiva, podría ser diputada de «Esquerra Republicana» o el grupete de Puigdemont en el Parlamentillo catalán o el Congreso de los Diputados, siempre que se presentara, fuera votada y posteriormente elegida. Pero ya secularizada, sin engañar a nadie, libremente entregada a su vertedero mental. Establecer una equivalencia entre el centenar de inmigrantes en busca de un puerto europeo –Túnez ofreció más de veinte-, a bordo de un barco de una ONG española que se financia con dinero público, y el genocidio de seis millones de judíos por cortesía de Hitler, Himmler, Goebbels y demás canallas, resulta estremecedor. No por su opinión. Lo que estremece es que nadie de la Iglesia le haya advertido o sancionado. Lo que estremece es que ese odio asnal lo siga propagando en radios y televisiones con total y absoluta impunidad e inmunidad. Fuera del hábito, que diga lo que quiera o lo que se le pase por la infinita vaciedad de su cabeza. Pero que cuelgue el hábito, se vista de tiorra y deje de mezclar a Dios con sus perversidades.

No se entiende tanta celeridad en algunas decisiones de sanción de los obispos, arzobispos y el mismo Santo Padre, y la amnistía que beneficia la propagación del odio de esa monja argentina que ha desembocado en el separatismo catalán. Monja antisemita, monja montonera, monja de lacito, monja de osito y monja luciferina y luciferiana. No se entiende que se mantenga arropada por su hábito religioso para extender el odio y el escándalo. Quizá la Iglesia es fuerte porque permite que en su seno emerjan seres vituperables. Pero creo que a esta monja se le han dado ya excesivas oportunidades de redención y arrepentimiento, y se las ha pasado por sus pololos.