Opinión
Depresión postvacacional
Acabo de regresar de vacaciones y ya vengo con depresión postvacacional. Meses pensando en esos días, sobre lo que harás y no harás, y, cuando vuelves, te entra un estado de ansiedad y de tristeza tan grande que, ya no sabes si ha merecido la pena.
Pero si además te encuentras que seguimos sin gobierno, y que Sánchez en lugar de ponerse a ello, hablando con las formaciones políticas, se reúne con sectores de la sociedad civil, empiezas a pensar si éste no estará también con el síndrome postvacacional y con ansiedad para tomar las riendas del asunto. Y, que como está desmotivado, pues venga a echarle la culpa a la oposición y con ésta se verá «si ha lugar». Y «si no ha lugar», como dice Calvo, pues no se verá.
Con las ganas que tenía Sánchez de comparecer en el Congreso para dar cuenta del desgobierno, con esa exigencia que se lo pedía a Rajoy, y por culpa de la desmotivación postvacacional, pues nada, que «no hay lugar». Seis meses que llevan las Cámaras sin controlar al Gobierno y 973 preguntas parlamentarias sin responderse. Al final las vacaciones gubernamentales habrá que prohibirlas por ley.
Y ya el colmo para agravar mi depresión postvacacional es ver al señor Alcaraz, senador de Vox, negándose a firmar una declaración institucional de apoyo a los afectados por el incendio de Gran Canaria, por incluir la lucha contra el cambio climático. Según Su Señoría, luchar contra el calentamiento global es partidista y tiene connotaciones ideológicas. ¿Sabrá el señor Alcaraz qué provoca el cambio climático y las consecuencias de no mitigarlo? ¿Conocerá los acuerdos internacionales de España, entre ellos el de París que ha sido firmado por casi 200 países? Y como es partidista e ideológico ¿lo desfirmamos o lo incumplimos? La necedad es una amalgama de ignorancia, confusión y presunción.
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