Opinión

«Villa Cagona»

Ocupó el bueno de Agustín Rodríguez-Sahagún su butaca ante la mesa del Consejo de Ministros. En el plano enfrentado se sentaban Joaquín Garrigues y Francisco Fernández-Ordóñez. Garrigues le preguntó a su vecino: –¿Se sabe ya la identidad del peluquero de Sahagún?–.

Me asalta parecida curiosidad cuando me topo con fotografías de las audiencias de Puigdemont en su alquilada «Villa Cagona» de Waterloo. Este forajido «caganer», va de mal en peor. Y al analizar la calidad de sus visitantes, me pregunto: ¿Se sabe ya la identidad del jefe de protocolo del mochales fugitivo?

Se palpa mucha miseria en los visitantes y en el visitado. Eso no representa a Cataluña. Para inmortalizar las audiencias, los asesores de Puigdemont que pagamos todos los españoles, han elegido la zona más fea de «Villa Cagona». Es de todos conocido que jamás fue considerada Gerona la ciudad más representativa de la elegancia masculina, pero es que basta ya, que cada día que pasa me visten peor al muchacho. Para recibir en solemne audiencia a Fredi Bentanachs, fundador de la banda terrorista «Terra Lliure», le han endosado al chico una chaqueta gris con constelaciones blancas, que para colmo le queda pequeña. Parece una gallina de Guinea, una pintada, con serios problemas de digestión. La gallina de Guinea, también conocida como pintada en Tanzania, Kenya, Botswana, Orange y África del Sur, es una hermosa gallinácea –«une galline» según las veganas–, en inglés «Guineafowl», que vive en África y presenta diferentes variantes. La Numida, la Agelastes, la Níger, la Vulturinum, la Plumífera, la Verreauxi, la Pucherani, y la Edouardi. Puigdemont con su chaqueta gris es una mezcla de la Numida y la plumífera, que luce en la cresta un bello moño de plumas despeinadas, puestas ahí al tuntún por la naturaleza. Pero también se parece a las demás, que tienen una característica en común. Todas ellas son más elegantes que Puigdemont, el Brummel de Gerona.

Así que vestido de gallina de Guinea recibió Puigdemont en «Villa Cagona» al fundador de «Terra Lliure», el simpático grupo terrorista al que perteneció el ilustre Carles Sastre, hoy inmerso en el poder político del «Prusás» y asesino del ex Alcalde de Barcelona Joaquín Viola y su mujer, y del empresario José María Bultó, a los que acopló unas bombas adosadas al pecho que Sastre explosionó a prudente distancia. La épica de los héroes del independentismo.A gentuza de esa calaña recibe Puigdemont en «Villa Cagona». Y en la fotografía, los dos sonríen.

Una cosa es entretener al aburrimiento, y otra muy diferente hacerlo con malhechores y criminales. Acompañaron al terrorista jamás arrepentido, otros de su cuerda, como un tal Jorge Fernández, de muy complicada descripción si nos atenemos a las normas establecidas para cualquier intento descriptivo. Y un gordo con pantalones pirata, muy de negro, como el futuro del visitado.

Torra está obligado a cambiar al jefe de protocolo de «Villa Cagona», que de él depende. Si mi modesta persona fuera oída y atendida, no lo dudaría. Karmele Merchante, siempre que prometiera mantenerse alejada de Plácido Domingo. Si Karmele no accediera, se podría rescatar de su horrible exilio en Ginebra a Marta Rovira o Anna Gabriel, que llevarían la agenda de audiencias una al lado de la otra, pues según sus palabras, el angustioso destierro en Suiza ha suavizado sus viejas discrepancias y hoy son dos corazones que laten al unísono. Por otra parte, Marta Rovira, con su experiencia en pelos y peinados, y Anna Gabriel en olfateos de axilas, sólo admitirían visitas con estética adecuada a la solemnidad de «Villa Cagona», impresionante chalé del siglo XXI que cobija a un héroe del independentismo catalán. Falta un perro para que las fotos salgan más bonitas, pero todo se andará.

Al fin y al cabo, no merece crítica política el hecho de que Puigdemont reciba en «Villa Cagona» a un terrorista. En Madrid, sin ir más lejos, el Presidente del Gobierno de España en funciones ha pactado su resignación con Arnaldo Otegui, jefe de los terroristas que asesinaron a muchos compañeros de su partido, y el socialismo en Navarra está encantado de contar con el apoyo de los bilduetarras que desean entregar el viejo Reino de la dignidad al nacionalismo vasco. Así, que de golpe, cambio el tono y manifiesto mi alegría por la calidad de los visitantes del «Caganer Mayor de Cataluña», que no hace otra cosa que seguir el ejemplo de Pedro Sánchez.

Pero sea retirada, inmediatamente, la chaqueta gris que tanto humilla a las gallinas de Guinea.