
Opinión
Izquierda harta
Dicen los medios de comunicación que el PSOE sube como la espuma en las encuestas. Lo que no dicen es la composición química de esa espuma, cuyo principal elemento es la ignorancia y la incultura. La izquierda culta y estudiada, con experiencia política y no ajena al riesgo, comienza a manifestar su hartazgo. El que fuera ministro de Cultura de Zapatero, César Antonio Molina, escandalizado por los pactos de socialistas y bilduetarras, ha manifestado que el socialismo no puede pactar con los asesinos de sus militantes. Habría que añadir a los socialistas asesinados por los antecesores de sus actuales socios, con Otegui a la cabeza, la relación completa de las víctimas de los etarras, fallecidos, heridos, y condenados de por vida a la incomprensión y la distancia de las izquierdas. Pero algo es algo. No estoy escribiendo de un ministro de Felipe González sino del impresentable Zapatero.
A su voz se ha unido Nicolás Sartorius, el que fuera dirigente comunista en la clandestinidad durante el anterior régimen, y diputado del PCE con la libertad recuperada. «Estuve seis años preso con Franco y nunca vi en la cárcel a ningún separatista». «Hablar de presos políticos en una democracia como la española es una manipulación, una tergiversación completa». «¿Autodeterminación, independencia? Eso no está en ninguna Constitución de Europa ni, si me apura, del mundo». «Nadie está procesado por ser separatista. No hay dos millones de personas procesadas. Una mentira como la de “España nos roba”, cuando en todo caso, quien robaba y se llevaba el dinero a espuertas eran los dirigentes nacionalistas que estuvieron 23 años gobernando. La “República Catalana”, “el derecho a decidir”... Todo son engaños». Leído en «El Confidencial».
No conozco a Molina. En los Gobiernos de Zapatero destacaba por ser algo diferente. Su interpretación de la Cultura podía ser sesgada, parcial e interesada, pero hablaba con propiedad, escribía sin hacer faltas de ortografía y se cuidaba mucho de decir gilipolleces. Sus melenas felinas, de león asombrado, crecían por el este y el oeste, sobre sus orejas, cada vez que abrían la boca Bibiana Aído y Leire Pajín, pero mantuvo las formas y las buenas maneras.
Sí he conocido, y bastante, a Nicolás Sartorius y Álvarez de las Asturias Bohórques, hijo de los Condes de San Luis, fundador de Comisiones Obreras, abogado y hospedado por sus ideas, más que por sus acciones, durante seis años en las prisiones del Estado. Para mí, que ha sido uno de los últimos exhibidores de la estética «dandy» en España. Paseaba por la orilla de la playa de Oyambre con un sombrero blanco de ala ancha, unas gafas de sol y torso y hombros masacrados por el sol playero. Ignoro si lo hacía por dandismo o por ocultar su identidad, pero en la segunda de las opciones, su resultado equivalía al fracaso. El sombrero blanco lo identificaba. –Por ahí va Nicolás–. Para mí, que no ha existido veraneo más liberal y respetuoso con las ideas ajenas que el de Comillas del decenio de los ochenta. En la Venta de La Rabia, la del Nini, Nando, Raúl, Manín, Sofi, Chicho, el Bolas, Adolfo y Raulín , compartían aperitivo Luis Carrero Blanco, Agustín Muñoz-Grandes, los barones de Güell –ejemplares liberales–, Nicolás Sartorius, Jaime Sartorius, las familias tradicionales del lugar –la mía, los Hornedo–, y de cuando en cuando aparecían la Infanta Cristina De Borbón y Battenberg, hija del Rey Alfonso XIII, y algún invitado catalán del PSUC hospedado en la casa de los condes de Sert. El único momento amargo de Nicolás en Comillas tuvo lugar en la Fonda Colasa. Cenaba una inmensa langosta cocida en una mesa sita junto a una ventana, y por la calle pasó Julita la de Viadero, que al ver a Sartorius comer langosta, le afeó lo que a su manera de entender las cosas, era incoherente. «¡El “pueblu” come lentejas y alubias, y “esti” comunista se zampa una langosta!». Aquello escandalizaba en aquellos tiempos. Lo que hubiera dicho ahora.
Para mí, que en esas calendas Nicolás transitaba hacia una moderación ideológica. Pero todos, hasta los más acérrimos partidarios del régimen de Franco, respetaban sus seis años de cárcel y su coherencia intelectual. La política durante el veraneo es muy aburrida y lo que imperaba era la buena educación. Carlos Güell llevó al hoy Real Club Estrada a un político catalán de la UCD, Canyellas, y un exaltado le recriminó «haber llevado a un rojo al Club». El exaltado tuvo que pedir perdón públicamente.
Ver a Nicolás departiendo con el Conde de Alcubierre, Grande de España y maquinista de RENFE de profesión, como lo fue el Duque de Zaragoza, a nadie sorprendía. Fueron años de inteligencia y reconciliación, y en ese campo mucho hicieron los marqueses de Lamadrid, Claudio y Marta, ella la mujer más recta y guapa de los últimos siglos españoles, como Pilar Muguiro, que siempre estaba rodeada de gentes necesitadas de su ingenio.
Me he perdido. Lo sustancial es que hay dignos representantes de la Izquierda culta y pensante que no conciben los sometimientos de Sánchez y el PSOE para mantenerse en el poder. Y lo dicen. Y saldrán más a seguir sus palabras.
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