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Opinión

Cisma

En la historia milenaria de la Iglesia ha habido más de un cisma; el más importante fue el que separó Constantinopla de Roma en el siglo XI pero no ha sido el único. Lo recordó Francisco en la conversación que mantuvo con los periodistas que le acompañábamos en su vuelo de regreso a Roma desde Madagascar. Jason Horowitz, del «The New York Times», le preguntó si temía que se produjese un cisma en la Iglesia norteamericana. «Yo –respondió– no le tengo miedo a los cismas. Rezo para que no se den porque está en juego el bien espiritual de muchas personas pero no les tengo miedo». La respuesta fue muy neta pero el Papa la acompañó con algunas reflexiones sobre la naturaleza de los cismas que conviene mencionar: «Los cismáticos –insistió– sistemáticamente se separan del pueblo, de la fe del pueblo». Y a este propósito recordó lo sucedido en el Concilio de Éfeso cuando los cristianos de la ciudad «asediaron» a los obispos reunidos en el Concilio para que declarasen la maternidad divina de María. «El cisma –dijo también– es una ideología que se separa de la doctrina, que se adentra en la doctrina y la rompe». Probablemente sea exagerado hablar de un peligro de cisma en la iglesia de EE UU. Hay desde luego sectores muy críticos con este Papa al que acusan de comunista. Y aquí también su respuesta fue muy clara: «Las cosas sociales que yo digo son las mismas que ha dicho Juan Pablo II. Son las mismas. Yo le copio». La referencia a Karol Wojtyla era una «malicia» dirigida a quienes, desde un pretendida ortodoxia, le atacan y apuñalan por la espalda como dijo.

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