Opinión

Con su permiso...

Espero que mi tocayo alavés, don Alfonso Alonso, presidente del PP vasco, me autorice a ejercer mi derecho a opinar de la descomposición de los populares en los tres territorios vascongados. Soy cuarterón, y mi padre, que en paz descanse, hablaba a la perfección el viejo vascuence de los guipuzcoanos, que no era el mismo que el de los vizcainos, los alaveses, los roncaleses, los benavarros, los suletinos y los laburtanos. Y aunque sea madrileño, como Cayetana Álvarez de Toledo, creo que me he ganado ese derecho a exponer mi opinión con creces. Me he jugado la nuca y la cara mil veces más que don Alfonso en defensa de la libertad y la españolidad de las provincias vascas. Gobernaba Felipe González cuando recibí la llamada del entonces Secretario de Estado de Seguridad, don Rafael Vera, para informarme del descubrimiento en un «zulo» de mis datos personales, de mi domicilio, de mis movimientos habituales y de mi inseguridad. Me ofreció un servicio oficial de vigilancia, y lo rechacé por considerarme libre y no representante con cargo público alguno. -Pero usted no se puede oponer a que yo le designe una contravigilancia-. Años más tarde, siendo ministro don Jaime Mayor Oreja, dirigente de aquel PP heroico que dilapidó la bacteria de Valladolid, Soraya Sáenz de Santamaría y gran protectora de don Alfonso y el señor Maroto, el de Sotosalbos, fui invitado por el ministro a comer en su antedespacho. –Te he visto paseando en soledad por la calle, y eso no puede ser-.

Jaime Mayor había hablado con el entonces presidente de Prensa Española y me asignaron un conductor armado de una empresa de seguridad privada y a costa de ABC. Cuando cambié de ABC a La Razón, se mantuvo la misma persona y similar sistema. Fui invitado a recibir en la comisaría de la calle Miguel Ángel un curso de protección antiterrorista. Gracias a esas enseñanzas pude identificar al etarra que informaba en aquellos días de mis movimientos, el mismo que participó como informador de don Francisco Tomás y Valiente con anterioridad a ser asesinado en su despacho. Creo, con su permiso, que me sobran derechos para opinar al respecto.

Las palabras de doña Cayetana Álvarez de Toledo pueden ser inoportunas, pero responden a una triste realidad. Miles de vascos que votaban al PP heroico lo hacen ahora a favor del PNV porque han perdido la ilusión del reto y la resistencia cívica. Pocos se salvan, y uno de ellos es Semper, como Urquijo, y esos militantes sin nombre que siguen defendiendo los postulados valientes de aquel PP derruido. Por otra parte, poner en cuestión el derecho a opinar de una diputada española, nacida en Madrid, sobre el País Vasco, ridiculizando su acento argentino y olvidando su extraordinaria formación académica, se me antoja un guiño al nacionalismo más simple y brutal de Sabino Arana.

El PP en el País Vasco fue heroico y brillante, y estuvo presente en todas las instituciones. Álava fue su feudo, y gracias a esa entrega valiente y generosa de sus antecesores, usted fue alcalde de Vitoria. Me han dejado perplejo sus observaciones. Habla, contagiado por la gran mentira nacionalista del «nacionalismo español de Vox». El españolismo, señor Alonso, jamás puede ser nacionalista, porque los nacionalismos son excluyentes y el españolismo, aglutinador de ideas, orígenes y costumbres de todos los ciudadanos de España. «Vox es un partido nacionalista español y yo no soy nacionalista en absoluto. El PP tampoco lo es». ¿Es usted el PP?

Vox, señor Alonso, es la consecuencia de la degradación que experimentó el PP con el trío de la vergüenza. Vox recogió los escombros de la destrucción del PP llevada a cabo por el indolente e inactivo Rajoy, la poderosa Soraya y el asaltador Montoro. Soraya, apoyada en la inacción de Rajoy, exterminó al PP vasco de los héroes, creó Podemos, demostró su ineficaz capacidad de gestora administrando en Cataluña el artículo ciento cincuenta y cinquito de la Constitución, y obligó a renunciar al enfrentamiento verbal, de actitud y de ideas con el nacionalismo vasco. Y usted, señor Alonso, el que no es nacionalista, y el de Sotosalbos y otros que aquí no caben por la limitación del espacio, con sus compadreos con el nacionalismo vasco también son impulsores de Vox. Con ustedes el PP casi ha desaparecido del País Vasco, cuando antaño era una poderosísima fuerza apoyada por la ciudadanía. Recapacite, y concédame el permiso para exponer mi opinión. Gracias por su generosidad.