Opinión

Doña Croqueta

Juanito Navarro y Simón Cabido formaron una pareja genial que forma parte de la Memoria Histórica del humor en la televisión. Como Tip y Top, como Tip y Coll – el genio era Tip–, como Martes y Trece, y previamente, como Gustavo Re y Franz Johan. En dibujos animados, Epi y Blas, ocuparon durante muchos años el trono de la popularidad entre los niños. De no haber causado tanto dolor apoyando y alentando la violencia y el terrorismo callejero, Torra y Puigdemont formarían una pareja bastante graciosa, aunque de humor más elaborado, más de payaso tonto y payaso listo, con la particularidad de que uno y otro pueden interpretar los dos modelos sin dificultad alguna. Fueron y son parejas compactas. En «La Codorniz» se elogió sobremanera al ciclista español Pérez, que jamás permitió ser superado por el francés. En la clasificación siempre figuraba Pérez-Francés y jamás Francés-Pérez. La ruptura de una pareja humorística es tan devastadora como la de un matrimonio que pasa la vida viviendo en armonía. Contaba Tip, el más grande de todos, que al aprobarse en la transición la Ley del Divorcio, acudieron dos parientes suyos ante el juez.

Según él, «dos amadísimos tíos de familia acomodada». Él tenía 104 años de edad y ella 101. Querían realizarse, que era pretensión muy de moda entre los pijoprogres. El juez les preguntó el porqué de tan retrasada decisión. –¿Por qué no se han divorciado antes?–; y el matrimonio en trance de separación respondió al únísono: –Porque no queríamos darle un disgusto a los niños–. Aguantaron juntos hasta que falleció, con 82 años, el menor de los niños. Entonces, libres, se divorciaron.

Tengo que reconocer que la pareja de Juanito Navarro y Doña Croqueta –Simón Cabido–, me hacía mucha gracia. Juanito Navarro entró en el reparto de muchas películas de Mariano Ozores, actuando al lado de Antonio Ozores, un tipo maravilloso, Esteso, Pajares, y demás componentes de aquella generación del cine español de humor y destape que se producía con muy escaso dinero y sin subvenciones de los contribuyentes. Un cine divertido, enloquecido y atractivo, en cuyo rodaje apenas se repetían las escenas, por aquello del ahorro. En una de esas películas, Antonio y una actriz muy conocida interpretaban una escena de cama. –¡Muy bien!–, exclamó Mariano Ozores. –Muy bien, guapa, muy bien Antoñito, lo habéis hecho perfectamente–. Y Antonio Ozores, agradeció los elogios de su hermano de esta manera: –Gracias, Mariano, ¿cómo no iba a salir perfecta la escena? Lo hemos hecho de verdad–.

Pero hay personajes de aquellos que se fueron que son sustituibles. Pasan los años, y aparece uno que recuerda al que se fue. Por ejemplo, Doña Croqueta se parece cada día que pasa más a Pilar Rahola, y Pilar Rahola interpreta cada vez mejor a Doña Croqueta, aunque todavía no le ha llegado la gracia de Simón Cabido. He tenido la oportunidad de contemplar un vídeo de Pilar Rahola corriendo, besando y haciéndose fotos en un paseíllo rodeado de independentistas. Y he concluido que Doña Croqueta no lo hubiera hecho mejor. Para colmo, iba vestida como habría elegido su vestuario Doña Croqueta, con vivísimos colores. Y me ha complacido constatar que físicamente, la nueva Doña Croqueta está ágil y corretona. Eso sí, se echaba de menos la figura y el ingenio de Juanito Navarro, muy difícil de encontrar entre los independentistas.

Me ha sucedido en muchas ocasiones. Creer que alguien había fallecido y encontrármelo en un acto cultural o una cena doméstica. El primer golpe de vista lleva al pasmo y al susto, pero poco a poco te vas sosegando ante el milagro de la resurrección. Y cuando adviertes que aquel al que creías en el otro mundo come la misma menestra que estás comiendo tú, los pavores desaparecen. Algunos de los que yo creí muertos y no lo estaban, me trataron con singular cortesía, deferencia y magnífica educación.

La inicial imagen de Pilar Rahola corriendo por el pasilllo que le formaron sus admiradores, me produjo espanto. En la repetición del vídeo, me abrazó la calma, cuando me apercibí que no se trataba de la antigua Doña Croqueta sino de su imitadora en la actualidad. Y una tercera visión de las imágenes me trajo la tranquilidad completa. Era, es, definitivamente y sin duda alguna, Pilar Rahola. Pero el susto del principio fue morrocotudo y tengo aún en trance de descoordinación las sístoles y las diástoles.

No hay mal que por bien no venga. Si de algo han servido el llamado «Procés», el independentismo y las algaradas de los CDR, la ANC, ERC y el «Barça», es para que resucite Doña Croqueta, lo cual es un hecho científicamente demostrado.

Gracias, Pilar.