Opinión
Tere, la generosa
Tenemos una ministra de Transición Ecológica –supina majadería sanchista–, que es un sol. Aborrece a los taurinos y ama a los toros, y defiende el combustible de los Falcón pero rechaza el diésel. Teresa Ribera, para los amigos Tere, la generosa. En mi juventud donostiarra salí con una Teresa Ribera, inteligente, guapa, juncal y con la que bailé el «Sag Warum» de Camilo y «Ne me quittes pas» de Jacques Brel. Si me está permitido escribirlo sin rozar la comisión de un delito, mucho más atractiva que nuestra ecologista transitoria, que no ha hecho nada de nada para que la ecología transite o deje de transitar.
Teresa, insisto y lo reitero con júbilo de cuchipanda, es un sol. Y muy generosa, al menos con el dinero público. Desea que la Cumbre sobre el Clima –COP 25–, a celebrar en Madrid sea un éxito. Puede suceder que en las fechas de su celebración Tere ya no sea ministra de Transición Ecológica, pero nos dejaría las huellas de su altruísmo. La gente que vale nunca se va del todo.
A esta Cumbre sobre el Clima asistirán sabios científicos y naturalistas, ecologistas técnicos y ecologistas «sandía», muy verdes por fuera y muy rojos por dentro. A este importante grupo pertenece Tere, nuestro solete. Viajarán a Madrid, entre otros, Pedrag Ilianovic, montenegrino, partidario de prohibir la venta de mecheros de gas por su terrible influencia en el aumento del agujero de la capa de Ozono. Los fabricantes de los mecheros y bolígrafos BIC están que trininan con don Pedrag. Y claro está, el especialista en enfados felinos Josep Torneró Puig-Massip, siempre que en septiembre se haya levantado la acampada de los hijos de papá que hacen huelga de no se sabe qué en la Universidad de Barcelona. Torneró Puig-Massip estudia primer curso de Cuidados de Gatos, y tiene mucho que decir en la Cumbre. Pero faltaba la estrella, y Tere, en nombre del Gobierno actual y a costa de los españoles, ha tenido la feliz idea de invitar a la Cumbre a la insustituíble Greta Thunberg, ofreciéndole toda suerte de opciones para cruzar el Atlántico y llegar a Madrid sin contribuir al deterioro ambiental. Los padres de Greta han renunciado a la piragua, el «pedaló», la trainera, la goleta a remo sincopado por esclavos, y finalmente han aceptado los billetes de avión, Primera Clase o clase Preferente de Iberia. La clase Turista se les antoja excesivamente poblada, y poco agradable de compartir con tanto personal.
Me ha extrañado lo de cruzar el Atlántico, por cuanto Greta Thunberg es sueca y vive allí mientras sus padres cuentan los dineros que ingresan gracias a la nena. Se necesitan muchos días, pero de Estocolmo a Madrid se puede cubrir la distancia en bicicleta. No es etapa breve, pero tampoco ensucia ni contamina. Y si por los estudios de la niña es imprescindible el avión, un Estocolmo-Madrid se puede cubrir a la perfección sin necesidad de sobrevolar el Atlántico. Y como reflexión postrera. Si esta niña y sus padres están en la órbita siniestra de las financiaciones de Soros, pues que pague Soros, que le sobra el dinero, y no Tere, la generosa.
«Si no viene Greta la Cumbre no tendrá el impacto que el mundo exige». Deseo ser autorizado para escribir que a mí, lo de Greta, me parece un cachondeo. Sucede que el mundo ecologeta, vegano y ozónico, ampara a centenares de miles de tontos, ingenuos e ilusos. Y los padres de la niña, que a esos sí que lo tiene que contratar Sánchez para que dirijan el CIS y el INE, forman una pareja de caraduras inteligentísimos que han conseguido ubicar a la pava en los cirros de la ecología sin oposición alguna. Como el Cabo Rusty cuando regañaba a un capitán por haber errado en una estrategia, y el capitán en lugar de mandar al Cabo Rusty y a Rin-Tin-Tín al calabozo, le pedía perdón al niño y le daba una galleta al perro.
El mundo tiene unas vueltas y unas esquinas incomprensibles. Si para aterrizar en Madrid procedente de Estocolmo hay que sobrevolar el Atlántico desde Nueva York, que me lo expliquen. Y si todo eso se lleva a cabo para que una mema suelte lo que le escriben sus padres y Soros sobre el cambio climático ante centenares de científicos, pues, sinceramente, que lo paguen otros. No Tere en nuestro nombre. Estamos locos.
Pero no quita que Tere sea un solete.
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