Opinión

La diputada y la ministra

Que el PP no obtuviera ningún escaño en las tres provincias vascas se me antojo tan desolador como injusto. Si hubo un partido político que dio la cara, habló con fuerza y entregó sus nucas a las balas asesinas, ese fue el PP. El heroico, el de ayer, el que rescató en su recuerdo una jovencísima Beatriz Fanjul que era una niña cuando asesinaron a Goyo Ordóñez, a Miguel Ángel Blanco, a José Luis Caso, y a tantos héroes olvidados. El PP de Soraya y del inactivo desplazó a todos los que se habían jugado la vida por España y su libertad, machacó a María San Gil, exilió a Jaime Mayor Oreja, difumino a Carlos Iturgáiz, y de aquella generación sólo quedaron Urquijo, Samper y pocos mas. Hoy celebramos la noticia del escaño obtenido por Vizcaya de Beatriz Fanjul a costa del PNV, que se queda con seis y dificulta, dentro de lo que cabe, las cuentas de los abrazados, que ahora se verán obligados a pactar con Otegui y sus terroristas.
Beatriz es pequeña de estatura e inmensa de fortaleza. Tiene una voz emocionada, habla con valentía y destreza, lleva en su memoria el respeto a sus antecesores, es vasca por los cuatro costados, asombró hace pocos años a centenares de miles de personas que siguieron por las redes sus palabras de denuncia, reivindicación y esperanza, y contra viento y marea –los vientos y las mareas del norte son muy a tener en cuenta–, fue ganando posiciones y respeto en el Partido Popular. Ha demostrado que el respeto era merecido, porque los votos de los vizcaínos le han dado asiento en el Congreso y se lo han quitado al PNV, que en Vizcaya –el «bizkaitarrismo» de Arana–, mantiene un poder casi omnímodo. Beatriz Fanjul iluminará con su inteligencia, su valor y su decencia un Congreso de los Diputados repleto de maleantes, traidores e incapacitados para ejercer lo que otros obnubilados para votar les han encomendado.
Y la ministra. No puedo creerlo, pero me llegan noticias de que la próxima ministra de Sanidad será Irene Montero. Irene Montero es una gran experta en Sanidad, y lo demuestra que para cuidar de sus hijos se haya visto obligada a contratar un turno completo de «Salus Infirmorum». Se especializó en Sanidad durante los tres meses que cotizo a la Seguridad Social como cajera de una tienda de electrónica. A partir de ahora, las donaciones de Amancio Ortega se reducirán a la Sanidad Privada, porque Irene Montero no acepta generosidades. La sanidad Pública española es de las mejores del mundo, y con Irene Montero es muy probable que, en pocos años, pueda ser comparada con la de Biafra. Pero aún así, su designación como ministra de Sanidad es justa. Es una mujer sensata, humilde y preparada, y ha tenido el mérito de ser la elegida de Pablo Iglesias, que será vicepresidente de ese proyecto gamberro del gran mentiroso de Sánchez, el doctor que copia, el escritor que no escribe, el gorrón que vuela y el español que se mantiene en el poder pactando con separatistas y terroristas. Así que se hallaba Irene cobrando en su caja a un cliente que había adquirido una impresora de alta gama, cuando pensó: –¿Qué hago aquí en esta tienda cuando mi vocación no es otra que ser ministra de Sanidad?–. Y lo ha conseguido. Claro, que en el próximo Gobierno de forajidos, impulsado por Podemos, será ministro un tal «Jaume» Asens, que ayudó a fugarse a Puigdemont. que ha defendido a etarras y al asesino Rodrigo Lanza, que apoya sin limites a los CDR violentos, que humilla con sus desprecios a la Policía Nacional, que aplaude los cortes de las carreteras y autopistas en Cataluña y exige el indulto de los golpistas condenados por el Tribunal Supremo. Comparada la futura ministra con el futuro ministro, sale ganando la primera, sin duda alguna. Como se canta en la célebre zarzuela aún por estrenar. «Soy esa antigua cajera/ que hoy manda en la Sanidad/ tralari tralari/ tralará. tralara». La buena noticia es la de Beatriz Fanjul representando a Vizcaya en el Congreso. Un oasis entre la mugre