Opinión

Eficiencia

Siempre pensé que la jornada laboral, más que ceñirse a un estricto horario y unas determinadas horas obligatorias, tendría que estar regida por la eficiencia y la consecución de los objetivos planificados. Más que obligar al trabajador a estar en su puesto de trabajo un número determinado de horas, se tendría que esperar de él una planificación que implique conseguir todos los propósitos y metas de la semana. Resulta que un estudio ha revelado las pérdidas económicas que supone que el trabajador abandone su puesto de trabajo por, a veces, estricta necesidad. El estudio cuantifica todas esas pausas que los trabajadores se toman en el trabajo en España: un café, parar para almorzar, fumar o ir al baño… el resultado es la friolera de millones de euros en pérdidas. Son unos 4.750 euros al año los que dejan de facturar las empresas cuando sus empleados se toman pausas entendibles y justificadas. También aseguran que estas costumbres irán en aumento después de la crisis y que suponen una significativa pérdida de concentración. Hay trabajadores que reconocen que lo primero que hacen cuando llegan a su puesto laboral es desayunar.

Además de estas pausas en las que seguro que muchos se reconocen, hay otras que considero aún más peligrosas e improductivas: el uso del teléfono móvil durante la jornada laboral. Porque sin darnos cuenta, nos vemos inmersos en una larga conversación de WhatsApp, por ejemplo, o leyendo noticias a través de las redes sociales. Sinceramente, tendríamos que hacer un uso limitado de las tecnologías porque muchas aplicaciones, especialmente diseñadas para que invirtamos un tiempo precioso compartiendo fotos, pensamientos, nuestra vida en definitiva, como son las redes sociales, que tienen una finalidad oculta: que permanezcamos atados al teléfono durante minutos y horas. Sí, está sobradamente demostrado que las redes sociales crean adicción. En el rendimiento del trabajador influye su situación personal, sus estados emocionales, su actitud, su predisposición… pero también la planificación, el no procrastinar, la organización y la gestión del tiempo, condicionan el éxito. Ser eficaz es lo adecuado pero la eficiencia saca mayor rendimiento a la jornada laboral.