La investidura de Sánchez
Sánchez debe ensayar otros apoyos
Si la investidura de Pedro Sánchez depende de la abstención de ERC, el anuncio ayer de que los independentistas serían favorables a retirar cualquier apoyo al candidato socialista aleja esta posibilidad. Los de Oriol Junqueras han optado por organizar una consulta a la militancia para decidir la posición del partido. Se desconoce el grado de vinculación con el resultado, pero sí la posición de los dirigentes, que curiosamente preguntan a los militantes en negativo, lo que ya da pistas de las intenciones. «¿Estás de acuerdo con rechazar la investidura de Pedro Sánchez si previamente no hay un acuerdo para abordar el conflicto con el Estado a través de una mesa de negociación?» es la pregunta; por parte de la ejecutiva de los independentistas ya hay una respuesta: ERC no aceptará una investidura si el Gobierno no accede a negociar de «igual a igual y sin condiciones con las instituciones catalanas». Y hablar de todo. Es decir, del referéndum de autodeterminación.
Si las condiciones fuesen esas y de estricto cumplimiento, es de suponer que Sánchez no podría aceptarlas. Pero todo tiene una graduación, sobre todo si el primer objetivo de ERC es hacerse con el poder de la Generalitat, es decir, arrebatárselo a lo que queda de Convergència y puede que en algún momento necesite el apoyo del PSC para apuntalar su mayoría parlamentaria en Cataluña. La decisión de Junqueras alejaría sobre el papel la investidura de Sánchez e invalidaría el acuerdo firmado entre Sánchez y Pablo Iglesias. Este es el punto débil del «pacto del abrazo», que para hacerlo viable tiene que sumar a las fuerzas de los independentistas. Entendemos que no sea el plan que más le gusta al candidato socialista, porque, de optar por un gobierno de coalición con Unidas Podemos, no tiene más opción que depender de ERC. Sin duda, los estrategas de La Moncloa se precipitaron en anunciar un acuerdo en veinticuatro horas con UP, sin ni siquiera tantear primero al resto de formaciones con las que Sánchez se había comprometido a sentarse tras las elecciones: PP, Cs y Podemos (a Vox se lo excluía de estos contactos).
Esa operación relámpago de anunciar un Gobierno de coalición de izquierdas sirvió para acallar las críticas a la dirección socialista por no haber alcanzado sus objetivos de superar sus 123 diputados, pero la realidad se está imponiendo y gobernar con Iglesias como vicepresidente tiene unos riesgos, si, además, se suma a los independentistas. Parece que desde La Moncloa se quiere retomar el diálogo con la oposición, por lo menos formalmente, y así deberá entenderse la llamada a Inés Arrimadas. Cs, aunque seriamente debilitado, tiene diez diputados que pueden ser útiles si Sánchez decide cambiar de estrategia y gobernar, aunque sea en solitario y con apoyos externos. La próxima semana PP y Cs serán convocados por Sánchez, encuentro que tendría que haberse producido antes y haber definido con lealtad un marco de acuerdos estables para toda la legislatura.
Pablo Casado anunció ayer que, aunque no facilitará la investidura de Sánchez, sí ofrece pactos de estabilidad sobre los asuntos fundamentales. La UE pidió ayer a España un ajuste presupuestario de 9.600 millones de euros, lo que, tarde o temprano, obligará a que el gasto social previsto en el preacuerdo entre PSOE y UP se ciña a lo demandado por nuestros socios europeos. Fue significativo el llamamiento que el presidente en funciones hizo ayer ante los empresarios en el Congreso Europeo de Empresa Familiar: «España necesita estabilidad y la necesita cuanto antes». En la tribuna desde la que se hizo esta declaración tiene otro significado de lo dicho el pasado 12 de noviembre ante Iglesias. Es hora de que Sánchez defina ya su estrategia porque el reloj para la investidura avanza.
✕
Accede a tu cuenta para comentar