Opinión
"Habladurrías"
Cuando he constatado que dos analfabetos, una del PSOE y otro de los independentistas de ERC, están pactando la destrucción de España con el permiso de un psicópata y un hijo de Ceaucescu, he decidido no escribir –al menos por hoy–, de política. Y me propongo hacerlo de un personaje, desconocido para casi todos, infinitamente más grande que todos los mamarrachos previamente bosquejados. De don Fermín Salazar-Goitia, sargento del Cuerpo de Miñones de Álava durante el reinado de Don Alfonso XIII.
Alfonso XIII fue un gran Rey que cometió un error. Pero los animalistas y ecologistas le deben el impulso y la creación de los Parques Nacionales y Reservas Naturales de España. Gracias a su determinación se salvó de la extinción la Cabra Hispánica de Gredos, y estableció una armonía sin estridencias entre el cazador y el naturalista. Escribo de ello para no caer en la tentación de hacerlo de la Política de su tiempo, que podía estar poblada de ambiciosos, desleales y traidores, pero no, además, de analfabetos como en la actualidad.
Alfonso XIII, en compañía del Doctor Marañón y un grupo compuesto por militares a su servicio, médicos y científicos, visitó Las Hurdes a caballo durante siete días, comprobó en persona la desolación y la pobreza de aquella comarca, la desnutrición, la miseria y la desesperanza de sus gentes, y de aquel viaje nació el impulso de la generosidad nacional en beneficio de aquella zona.
Recorrió España palmo a palmo. Madrileño castizo, deportista, cantábrico de veranos –San Sebastián y Santander–, e inquilino, como decía su hijo Don Juan, del inmbueble sito en la calle de Bailén 1, universalmente conocido como el Palacio Real de Madrid. Visitaba con frecuencia Barcelona, y no le convencían las obras de Gaudí. En Barcelona bullía el anarquismo, y días antes de un viaje comprometido a la Ciudad Condal, el presidente del Consejo de Ministros, don Eduardo Dato, que conocía los riesgos de un atentado, intentó suspender la visita. –Lo siento, don Eduardo. Si he dado mi palabra de acudir a Barcelona, con o sin anarquistas, iré a Barcelona. Por otra parte, me dan más miedo las casas de Gaudí que los terroristas». A la familia Güell, aquello no le hizo excesiva gracia.
Pero su gran anécdota tuvo lugar en Vitoria. Le habían comentado que un sargento de los Miñones, el sargento Salazar-Goitia, de ascendencia tradicionalista, un pedazo de tío con más de 200 centímetros de altura, hacía el amor –sea así escrito–, nueve veces cada día. Aquel dato fomentó la curiosidad del Rey por conocer a tan volcánico Miñón. Llegado a Vitoria, donde cumplió una breve visita camino de San Sebastián, sus Miñones aguardaban el saludo de Don Alfonso. –¿Cuál de ellos es Salazar-Goitia?–, preguntó el Rey al oficial de los Miñones que le acompañaba. –Es el tercero en orden de saludo, Majestad–. –¡Vaya tipo!– comentó el Rey con admiración.
Al llegar a la altura del sargento don Fermín Salazar- Goitia, el Rey estrechó su mano, sintió que la manaza del alavés trituraba la suya, y repuesto del dolor, acercándose a él, le preguntó en tono pianísimo: –Sargento, ¿es cierto que usted lo hace nueve veces cada día?–. El sargento era hombre de natural timidez y se ruborizó con la pregunta, tan directa, del Rey. Y en posición de «firmes», con voz atronadora, marcial y contundente, le ofreció su respuesta a Alfonso XIII. –Son «habladurrías» Majestad, «Habladurrías», chismes… La que «hashe» nueve «veshes» cada día es mi hermana–.
Contaba Don Juan, que de cuando en cuando, de improviso, el Rey soltaba una carcajada. –¿De qué te ríes, Padre?–; –cuando estoy muy preocupado por la situación, me acuerdo de «Habladurrías» para liberarme–.
Creo que he cumplido con mi palabra. No he escrito de gentuza, sino de un gran Rey y un gran sargento de los Miñones de Álava, don Fermín Salazar-Goitia, carlista leal, romántico, grande como un roble, que con sus «habladurrías» se convirtió en el bálsamo de un Rey acosado por traidores.
Peores son los traidores de hoy. Pero nuestro buen Rey Don Felipe VI no tiene a un «Habladurrías» para aliviar sus preocupaciones.
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