Opinión

El cuentanaciones

Iceta se ha dedicado últimamente a contar las «naciones» que conforman la nación de España. Se inspira en los preámbulos de los Estatutos de Autonomía. Iceta ignora que los llamados padres de la Constitución se vieron obligados, por presiones regionalistas y nacionalistas, a redactar muchos artículos regateando con el lenguaje, los significados y la semántica. La nación es un territorio, pero ante todo, son sus habitantes, según el Diccionario de la Real Academia Española en su edición del tricentenario. «Conjunto de los habitantes de un país regido por el mismo Gobierno». Iceta niega la similitud de nación y Estado, cuando se trata de una evidencia. La ONU es la Organización de las Naciones Unidas, de los Estados, que no de los viejos territorios con singularidades propias que existen en todas las naciones, o lo que es igual, en todos los Estados.
En España, que ya funcionaba como Estado con anterioridad al reinado de Isabel y Fernando –perdón que abuse de la confianza en el tratamiento–, se fundieron reinos y territorios. Iceta le ha revelado a Bolaño que ha contado ocho naciones en España, entre las que, obviamente, no figura España. «Con Navarra, son nueve». De Navarra, que fue Reino, Iceta no está tan seguro. El bailongo socialista catalán es partidario de la fusión por absorción de Navarra con el País Vasco, y se le ve el plumero. A Iceta se le ve permanentemente el plumero, como a las avutardas en celo.
Las naciones –España excluida–, que forman el Reino de España, el Estado Español, son, según Iceta, Galicia, Aragón, Valencia, Baleares, Canarias, Andalucía, País Vasco y Cataluña, y si conviene, Navarra. Nueve naciones. Cataluña jamás ha sido nación, ni Estado ni Reino. Cataluña es el Principado de un Reino, el de Aragón. El País Vasco jamás ha sido nación, ni Estado ni Reino. Fue extensión importante del Reino de Castilla –olvidado por Iceta, y del que decía Tarradellas que es «la comunidad histórica más poderosa e influyente de España». E Iceta cuenta como nación a Galicia, cuyo territorio formó parte del Reino de León, del que Iceta tampoco se acuerda. Valencia fue Reino, Andalucía es Castilla, a la que se sumó el Reino de Granada culminada la Reconquista. Nunca las Islas Canarias constituyeron nación alguna, y las baleares fueron más que Cataluña, dependientes todas sus islas del Reino de Mallorca instituído por Jaime I el Conquistador. Es decir, Valencia, Aragón y Baleares, Reinos, y Cataluña, un estimable Principado. Reino de Navarra, Reino de Murcia, Reino de Castilla –desde Andalucía a Guipúzcoa pasando por Cantabria, el Principado de Asturias y La Rioja–, Reino de León, Reino de Granada, Reino de Mallorca y Reino de Navarra. Todos ellos, de las Españas, constituyentes del Reino de España, Estado o nación más antiguo de Europa. Una España que no cuenta para Iceta, como Castilla –que dominaba desde Andalucía a Vizcaya–, León, Murcia, Granada y Navarra. Iceta cuenta mal, y lo hace con el inmediato ayer olvidando que los Estados o naciones europeas se formaron a través de los siglos, los enfrentamientos diplomáticos y las guerras, que los antiguos eran así. De aquella evolución territorial –sin olvidar los virreinatos americanos– se estableció la Nación de España, la que, según el mariscal Von Bismark, es la nación más poderosa del mundo: «Los españoles llevan cinco siglos intentando destruírla, y no lo han conseguido». Pero dicho con todo el respeto hacia la singularidad de Cataluña y el País Vasco, la una como el otro no son más naciones que Ceuta o Melilla. Y escrito sea con todo el respeto a nuestras ciudades del norte de África, bastiones españoles con siglos de antelación a la reciente creación del Reino de Marruecos, son tan de España como Madrid, Sevilla, Valencia, Barcelona y San Sebastián.
Iceta es la «yenka» de Sánchez en Cataluña. Un paso adelante, un paso hacia atrás, de ERC a Puigdemont, derecha, izquierda y pum, pum, pum. Contar supuestas naciones españolas y olvidarse de España, en general, y de Castilla en particular, dice muy poco de este cuentanaciones que ha conversado con Bolaño en las páginas de La Razón. No es Iceta el paradigma de la seriedad, pero conviene recordarle que las voces, las palabras y los conceptos hay que ajustarlos a los tiempos y las circunstancias, sin inventar ni mentir. En todo el mundo, la nación y el Estado, hoy por hoy, son la misma cosa. Nación, Patria, y Estado, Gobierno y administración. En las naciones federales, los Estados jamás compiten con la supremacía de la Nación que impera sobre ellos. El sueño socialista de una España confederada es un sueño pequeñito. Estaditos, más que Estados, nacionzuelas, más que naciones. Y todo ello para dividir a la Nación más antigua de Europa, y con una Historia, Arte, Literatura, Milicia, Cultura y lengua común de dimensiones portentosas. Que ahí sí que hemos sido y somos grandes.
Bueno, Iceta, cuenta mejor, y si das con el resultado correcto, me llamas y tomamos una copa. Pero te adelanto que la Nación –con mayúscula– es sólo una. España.