Opinión
Navidad papal
Ya están en la Plaza de San Pedro el Nacimiento y el abeto navideño profusamente iluminado (con escaso gasto energético). Desde el día 6 han sido contemplados y fotografiados por decenas de miles de peregrinos que estos días se acercan a Roma con el deseo de asimilar la genuina valoración de la Natividad del Señor en la gruta de Belén. Francisco ha querido apoyar a quienes no quieren dejarse arrebatar la celebración navideña por la vorágine consumística en que la hemos transformado. El pasado 2 de diciembre hizo un viaje relámpago a la localidad lacial de Greccio donde hace ocho siglos Francisco de Asís realizó el primer Nacimiento vivo de la historia cristiana. Y allí, en el santuario que recuerda este episodio de la vida del santo, firmó una Carta Apostólica titulada «Signo admirable»; no es un documento doctrinal o magisterial sino una meditación muy personal ante el Pesebre de Belén con María, José y el Niño acompañados por el buey y la mula, los pastores y posteriormente los Magos de Oriente. El Papa quiere que no se pierda la entrañable tradición de preparar en las casas el belén; pero no sólo en los domicilios familiares sino también « en los lugares de trabajo, en las escuelas, en los hospitales, en las cárceles, en las plazas. Espero que esa práctica nunca se debilite; es más, confío en que allí donde hubiera caído en desuso sea descubierta de nuevo y revitalizada». El Nacimiento no ofende a nadie ni pretende hacer proselitismo; es una manera sencilla y humilde de dar gracias a Dios por haber nacido.
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