Opinión

Miles de naciones

No las he contado, como Iceta, el atolondrado y bailarín socialista catalán, que sólo llegó a ocho. En España, que es la Patria común, hay miles de naciones. Yo disfruto de la nación de Ruiloba, que tiene ocho barrios, como las naciones de Iceta. La Iglesia, Ruilobuca, Pando, Concha, Casasola, Liandres, Sierra y Trasierra. Una nación que ganó fama en Flandes, por la gallarda valentía de sus soldados, y que tiene un valle al que los romanos denominaron el «Valle de los Laureles», que describe el gran montañés Alfonso De la Serna, nieto de Concha Espina, como «infinitamente bello, todo oloroso a azahar, árgomas floridas y heno segado». El río Gandarias, que desemboca en la mar bajo el puente Portillo, hace de frontera con la nación vecina, Comillas, también bellísima, capital del modernismo, marquesal y jesuítica, con sus barrios de Rubárcena, La Rabia, Trasvía, Estrada y la sub-nación de Ruiseñada. Y Alfoz de Lloredo, otra nación extensa, como Valdáliga, en uno de cuyos barrios nació Juan de Herrera. Iceta preguntará -¿ Y quién era ése Juan de Herrera?-, y merece respuesta tan inteligente pregunta. El arquitecto del Monasterio de San Lorenzo del Escorial, al que Felipe II encomendó la más alta responsabilidad del proyecto. Su casa natal se conserva intacta en Movellán, al asubio entre el monte y el mar, y rasgada su tierra por el río Escudo. No tanta suerte tiene la nación de Toranzo, en cuyo barrio de Vejorís, apenas nada queda de la casa natal de los Quevedo, que ya en tiempos del genial estevado se desmoronó por la ruina y la desidia. «Es mi casa solariega/ más solariega que otras,/ que por no tener tejado/ le da el sol a todas horas».

Curioso lo de Alfoz de Lloredo y Valdáliga. Eran gobernadas las dos naciones por alcaldes del PP, con mayoría absoluta en seguidas legislaturas. Jóvenes y queridos por sus vecinos. Uno y otro, Enrique y Lorenzo, apoyaron en las primarias a Casado en contra de Soraya, la piraña de Pucela. Pero la que mandaba – y manda-, en el PP de Cantabria, la señorita Sáenz de Buruaga, sorayista ella, al llegar las elecciones les comunicó que tenía mejores candidatos que ellos y que gracias por los servicios prestados. Ante semejante estupidez y deslealtad de su partido, Enrique y Lorenzo se presentaron con sus candidaturas independientes y siguen gobernando con mayoría absoluta, mientras los candidatos de la pobre Buruaga se daban sendos castañazos. Y curioso lo de las naciones – retorno a Juan de Herrera-, de San Lorenzo del Escorial y El Escorial, que son dos naciones y no una como cree la mayoría de los ciudadanos sensatos. El muro sur de la Octava Maravilla del Mundo separa a San Lorenzo de El Escorial, y no hay manera de que se pongan de acuerdo y pongan fin a tan mamarracha separación. Como Alcobendas y San Sebastián de los Reyes, y como tantísimas naciones españolas que se han unido a las naciones colindantes y rechazan la unión con ellas.

Iceta se ha quedado cortísimo. ¿Ocho o nueve naciones en España? Que multiplique por mil. Elda es una nación y Petrel, otra, como Leganés y Getafe. Las naciones son así, y en Cataluña existen dos naciones muy diferentes, si bien sus habitantes se distribuyen enfrentados en las cuatro provincias. La nación de Tractoria, que se desliza hacia el independentismo violento apoyado por el PSOE, y la nación de Tabarnia, compuesta por la gran mayoría silenciosa y resistente de los catalanes que desean permanecer en la Patria, España. Y en el País Vasco, dos naciones se disputan nada menos, que a san Ignacio de Loyola. Azpeitia y Azcoitia, de tal modo que si Azcoitia consigue arrebatar a Azpeitia la carta de naturaleza de Íñigo de Loyola, Azpeitia ha amenazado con apoderarse de la ciudadanía de Javier Arzallus, que nació en Azcoitia. Para mí, sinceramente, que gana con holgura la nación de Azpeitia, en cuyo territorio se ubica la basílica levantada en honor del Fundador de la Compañía de Jesús, visitada en numerosas ocasiones por este humilde servidor de ustedes con el fin de hacer unos Ejercicios Espirituales que me permitieran ver durante unas horas a mi primera novia, que era donostiarra. Cuando yo era joven, no se viajaba tanto como ahora y mi madre era muy estricta en cuestiones de desplazamientos en pos del amor.

Hoy abandono mi nación del alma y viajo a la Capital de mi Patria. Desde Ruiloba a Madrid cruzaré centenares de naciones que no han merecido la singular atención de Iceta. Ya en Madrid, intentaré acudir a saludar a Greta Thunberg y Javier Bardem, pero no es fácil conseguir el salvoconducto que se exige para ello. En fin, que vuelvo con la esperanza de abandonar, con amor profundo, en pocas semanas la Capital de mi Patria, retornar a la maravillosa nación de Ruiloba, y probar las nuevas tartas de Noelia en el Real Club Estrada de la vecina nación de Comillas.

Iceta, que no te enteras, gordinflón.