Opinión

Feminista mudita

Carmen Calvo, la rígida y heroica feminista egabrense amén de reciente anticonstitucionalista, es una feminista peculiar. Cualquier opinión o descripción poco amable dedicada a una mujer de las llamadas izquierdas, origina en sus entrañas un fuego indignado que no rehúsa controlar. Pero si la afectada es de las llamadas derechas y el insultador un machista de su entorno ideológico, la rígida y heroica feminista egabrense se convierte en una jirafa, no por alta sino por muda. Cuando Pablo Iglesias tuvo la ocurrencia de ser sincero deseando azotar a Mariló Montero hasta hacerle brotar la sangre, Carmen Calvo enmudeció. Cuando Rocío Monasterio fue calificada de «zorra», Carmen Calvo enmudeció. Cuando Inés Arrimadas de «puta», Carmen Calvo enmudeció, y recientemente ha enmudecido para no regañar a un machista cretino muy próximo al PSOE, concejal de la localidad valenciana de Ador, que dice llamarse Ángel Mascarell. El progresista Mascarell se ha preguntado en las redes sociales: «¿Soy la única persona que ve en esta señora –Cayetana Álvarez de Toledo–, que tiene un pene con cojones y todo atravesado en la garganta?». Mi respuesta es afirmativa. Es la única persona capaz de alcanzar un nivel de grosería, procacidad y cobardía como las surgidas de su asnal cerebro, y sentirse tan orgulloso de su repugnancia que nada le afecta hacer pública su impresentabilidad. Por otra parte, y con un solo segundo de contemplación de la imagen de Mascarell, sin necesidad de adentrarse en laberintos analíticos, se entiende que haya escrito semejante guarrería. Pero Carmen Calvo, la feminista mudita, está muy ocupada en disfrazar la traición a toda España desde Cataluña,y una vez más ha callado. Silencio que ha compartido con el equipo habitual de las feminazis pantalleras, como una tal Fallarás, una tal Beni, una tal Montero, y unas tales más que no menciono porque me quedo sin espacio.

Carmen Calvo, que ha tenido la osadía de entablar un debate con la Real Academia Española para imponer en nuestro idioma la llegada del analfabetismo, muéstrase excesivamente prudente cuando un bípedo machista de izquierdas insulta a una mujer que se mueve en ideologías distantes a la suya. Por otra parte, del tal Mascarell puede afirmarse que no ha sido admitido en el club de los hombres con buen gusto. Cayetana Álvarez de Toledo puede parecer una gacela altiva, pero gacela al fin y al cabo, en tanto que el pollino insultador presenta un parecido con un mochuelo moteado de muy complicada convivencia como mascota en un hogar más o menos normal.

Con la que está cayendo –y lo que caerá–, sobre España, este comentario puede parecer ridículo. En efecto. Sucede que lo que va a pasar en España es de tan extremada gravedad, que hay que reunir fuerzas y resignaciones en espera de lo que venga, que vendrá. El hastío de lo previo, aunque sea lo previo a una catástrofe bolivariana, estalinista y separatista originada por un demente enloquecido por su permanencia en el poder, aburre a las ovejas. Cuando se produzca y las ovejas decidan esquilarse y enfrentarse al lobo, el hastío perderá su lógica pesadez o será encerrado en la cárcel de las palabras libres por quienes no soportan ni la crítica ni la disidencia. Esa unión entre el socialismo cobarde –todos callarán–, los estalinistas, los terroristas de Bildu, los separatistas y la ultraderecha nazionalista – con zeta, claro–, será en las próximas semanas la protagonista de los últimos escritos firmados en libertad. Pero hasta que se produzca la eutanasia de España –¿Vamos a dejar que terminen con España los que odian a España?–, mejor entretenerse con personajes insignificantes y groseros que con traidores programados por fuerzas poderosas que pretenden desestabilizar Europa con España de experimento. Soros.

Así, que se justifica que escriba de ese pobre Mascarell, de los silencios de la feminazi mudita, del partido que no tendría que celebrarse entre el Barcelona y el Real Madrid, y del éxito rotundo de la Cumbre del Clima, reunión de gorrones que no han llegado a ningún acuerdo. Lo bueno, por lo malo, está por llegar.