Opinión

Ratificación

De acuerdo a mi nueva condición de partidario sin grietas de Pedro Sánchez, inicio mi andadura de cronista de la actualidad desde el socialismo-comunismo-separatismo-terrorismo sin ningún tipo de muros o inconvenientes. Me siento feliz con la independencia demostrada de la Abogacía del Estado y lamento que la Fiscalía no se haya dado cuenta todavía de que está obligada a obedecer y cumplir a rajatabla los deseos, insinuaciones y mandatos de nuestro líder inmortal en funciones.

Vamos a ver, y escribo totalmente en serio. ¿Hemos tenido hasta la fecha un Presidente del Gobierno más guapo que nuestro timonel en funciones? Hagan memoria. Adolfo Suárez era más bajo que nuestra Estrella polar en funciones, la luz que nos lleva al norte, rumbo al progreso. Felipe González presentaba unos morros que no incitaban al beso. José María Aznar, sinceramente, no era mi tipo. Bajito y nada chispeante. José Luis Rodríguez Zapatero, daba el pego, pero no le llegaba a la uña de los pies a nuestro sabio y erudito intermediario en funciones entre la masa ignorante y la sabiduría plena, que es cualidad de los dioses. Y Rajoy no cumplía ninguno de los requisitos necesarios para hacer de España una nación de nueve naciones. No se me olvida Leopoldo Calvo-Sotelo, un hombre culto con muy breve recorrido como Presidente del Gobierno. Tenía sentido del humor, pero no era la alegría de la huerta, y lo que necesita la nueva España de nueve naciones es mucha alegría de la huerta. Al fin tenemos un Presidente del Gobierno que es una auténtica belleza, un bombón «Ferrero Rocher», lo que el poeta definió «como el apuesto guerrero que no descansa ni en el lecho, ni en la ciencia ni en el campo de batalla». Y me pregunto. ¿Por qué – yo he sido parte de la infame campaña-, hemos sido y estamos siendo los españoles tan intransigentes con un servidor público en funciones que nos promete ser ciudadanos de nueve naciones en lugar de una sóla? Los franceses son exclusivamente franceses, como los italianos y los alemanes. Y ahí está Rusia, una nación inmensa, inabarcable, que de un confín al otro confín no deja de ser Rusia. En cambio, los españoles vamos a ser, de ahora en adelante, todo menos españoles, pero podremos presumir de nuestras nueve y nuevas naciones restantes, a saber, Vasconia, Cataluña, Galicia, Navarra, Canarias, Murcia, Mallorca, Granada y Valencia. Ni Castilla-León, ni Castilla La Mancha, ni Extremadura, ni Andalucía, ni Asturias, Cantabria, La Rioja y Aragón tienen la suficiente Historia para considerarse naciones, aunque lo serán si se empeñan en el futuro. Y sucede lo mismo con Ceuta, Melilla y Madrid. Madrid, por ahora, no tiene encaje en la España de las nueve naciones, pero un hombre providencial, una mente esponjosa y esponjada como la de nuestro dirigente triunfante en funciones, no nos abandonará a los madrileños. De eso estamos completamente seguros, por una razón obvia. La Moncloa está en Madrid y la base de los Falcon se ubica en la provincia de Madrid. Es decir, que sin Madrid, su capacidad de movimientos menguaría de manera alarmante, y las nueve naciones se quedarían huérfanas de su afecto, su dedicación y su presencia.

Lo escribió el poeta: «Era bello/ desde el cabello/ a los pies./ Pero era su inteligencia/ con su diáfana potencia/ lo más digno de interés». Con el fin de recibir el año venidero que a punto está de nacer el Premio Nacional de Poesía, me atrevo a desvelar la identidad del poeta: Yo.

Seamos pacientes y acogedores con las nueve naciones que nos llegan, y las once restantes que quedan a la espera. Esa España que deja de ser Una para convertirse en Veinte. ¿Alguien puede ofrecernos más?

Sólo un timonel en funciones providencial es capaz de sacar adelante veinte naciones simultáneamente. Y no tengo inconveniente de ponerme inmediatamente a su disposición y sus órdenes. Pedro Sánchez…¡Fenómeno!