Opinión
Solución Chivite
Tienen la mala costumbre, y viene de largo, de invitar a pasar largas temporadas en su casa norteña a unos amigos suyos que me caen mal. Lo malo es que los anfitriones son mis amigos, y hasta la fecha he respetado esa esquina de mal gusto y me he visto obligado, incluso, a cenar con sus invitados tostones. Inspirado en la solución Chivite-Sánchez-PNV-Bildu, he actuado como ellos y el resultado ha sido estremecedor. Mis amigos me han retirado el saludo, pero los pelmazos de sus invitados han abandonado la localidad después de mi intervención unilateral.
Los argumentos y el modo de actuar nada tienen de originales. Me he inspirado en el PNV, con la navarra Chivite, espárrago fibroso, de muda oficial. El PNV sabe que violentando Navarra y ocupando el viejo Reino, la mal llamada «Euskadi» triplicaría su fuerza y su potencia. Navarra es el sueño de los nacionalistas vascos, y los sueños de los nacionalistas vascos no admiten en sus paisajes la presencia de la Guardia Civil. El golpe ha sido magistral. El PNV en Navarra es un partido minoritario, y hasta pocos años atrás, inexistente. Ahora está en condiciones de exigir a Sánchez cualquier cosa, a sabiendas que le será concedida a cambio de su apoyo a la investidura. Y Ortúzar, que parece muy bruto pero no lo es, le ha pedido a Sánchez que la Guardia Civil abandone Navarra. La presidenta de Navarra, el espárrago Chivite, no ha dicho ni mu. Es lógico, por cuanto los espárragos no hablan, pero éste es una excepción que confirma la regla. Y el PNV lo ha conseguido. La Guardia Civil permanecerá en Navarra con muy reducida presencia y responsabilidad, porque así se lo han exigido a Sánchez unos señores que no son navarros, sino vascos. El PNV ha expulsado de sus casas a quienes nada tienen que ver con sus casas ni con el PNV. El desnortado Marlaska, que prometió a la Guardia Civil que las exigencias del nacionalismo vasco respecto a su permanencia en Navarra jamás serían atendidas, está obligado a dimitir, por desinformado, pusilánime o mentiroso.
Se trata de una barbaridad más, de una traición más del osado petimetre, capaz , por asegurar los votos de la investidura, de poner los culos de todos los españoles a disposición de los separatistas para su gozo y disfrute. Cuando España fue temporalmente expulsada de la inutilidad de la ONU , el gran escritor y diplomático Agustín de Foxá describió la situación con maestría: «Los perdedores de la Guerra Civil, que mandan en la ONU, han intentado propinar a Franco una patada en nuestro culo».
En fin, que hay que protegerse y confiar que en un breve futuro se le aplique a los autores de la traición el artículo 102 de nuestra Constitución, que contempla los más graves delitos contra quienes pretendan destruir, mediante la deslealtad y el perjurio, la unidad de España.
Pero, reduciendo la gravedad a un simple problemilla personal, me ha servido la desfachatez del PNV, Chivite y Sánchez para que los gorrones invitados de mis amigos abandonen la casa de mis amigos sin el permiso de mis amigos. Me he topado en la Plaza de los Tres Caños con el gorrón macho –la gorrona hembra se fue a la playa a pasear–, y ni corto ni perezoso, directamente, se lo he soltado: –Ya es hora de que os vayáis y no volváis–. –¿Cómo?–, ha preguntado sorprendido el gorrón macho. –Sí, que dejéis descansar a nuestros amigos desocupando el 50% de su casa–; –eso lo tendrán que decidir mis amigos, no tú–, ha argumentado con bastante razón. –No, lo decido yo, que las cosas han cambiado. Mira lo que han hecho Sánchez y el PNV con Navarra–.
Se ha montado un pequeño barullo, pero los gorrones, mientras escribo, están viajando de vuelta a Madrid. Calculo por la hora, que se hallarán en Frómista, si han optado por la autovía de Palencia, o en Ubierna si han elegido la antigua carretera de Burgos. Mis amigos se han molestado, pero en pocas semanas, pelillos a la mar y me lo agradecerán, porque con ese matrimonio de pelmazos no se va a ninguna parte. Me he limitado a aplicar el método del intrusismo colateral que han usado Sánchez y sus cómplices del PNV y la proetarra Bildu con el silencio esparragal, para echar de Navarra a la Guardia Civil.
Con una diferencia. Que los gorrones se han ido y es muy probable que no retornen, en tanto que la Guardia Civil, en el caso –que lo dudo–, de tener que abandonar Navarra, en un futuro no muy lejano, volverá a Navarra. Y a las provincias vascas. Y a Cataluña. Y lo hará en beneficio de los navarros, los vascos y los catalanes.
No duden que volverá, si es que se marcha, que está por ver.
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