Opinión

No se puede volver a casa

Pasas cinco días fuera de casa y al volver está todo el tablero de ajedrez descolocado. Se muere Kirk Douglas con 103 años, una vida más que amortizada. Más que amortizada también la vida ya extinta de George Steiner, quien en noventa y algún años dio todo de sí. El maestro Gabo, sin embargo, me decía con amargura: «Fíjate Marina que ahora que creo que ya lo sé todo es cuando más cerca estoy de la muerte», y es que los sabios, salvo excepciones, no quieren morirse. Solo se mueren los tontos, como escribió Álvaro de la Iglesia, y ahora, en Holanda, van a tener una oportunidad de oro con una simple pastillita que se venderá sin receta para que los mayores de setenta se puedan ir al otro barrio si ya están aburridos de este valle de lágrimas donde, más o menos, vamos tirando a pesar de los políticos de nuestro tiempo, esos que pueblan la décimo tercera legislatura que el otro día inauguraba el Rey de España, ese que sí me representa, no los pelanas que se sientan en el Congreso de los Diputados. Verdaderamente la estampa que ofrece la familia Real española no puede ser más idílica, con dos herederas preciosas, una Reina bellísima y bien vestida y un Rey con una pinta que no la tiene ningún otro en las monarquías europeas, esas que el Rufián de turno considera anacrónicas. Fijémonos en que toda esta calaña separatista, ultraizquierdista y republicana tiene un aspecto que más vale mirar para otro lado, sobre todo, cuando se juntan para leer un manifiesto con el que solo están de acuerdo sus secuaces, todos feísimos, mal vestidos, sucios y con mal aliento. Muchos querríamos una separación o un divorcio de esa gente que no nos representa. ¡Esos sí que no representan al honesto pueblo español!, a los que deseamos que nuestro agro sea próspero, no como el que estamos padeciendo por la política establecida por quienes quieren repartir la miseria, rasar por abajo y no por arriba, como hace Trump, quien ya se vislumbra como ganador en las próximas elecciones estadounidenses. Y es que, claro, pleno empleo, bolsa en alza, economía próspera, «America First», es el sistema que todos quieren, no pobreza y cochambre, que es lo que nos espera a los españoles en los próximos tiempos. En el Reino Unido todos (o casi) celebrando el Brexit y la vuelta a lo puramente «british», «cup of tea» y caza del zorro, que prohibió un Blair rendido a los pies de los ecologistas. Como aquí llevamos camino con las corridas de toros y la ministra Ribera, si no, al tiempo.

Todo mal cuando te vas de casa y mucho peor cuando regresas. Un jarro de agua fría enfrentarse a la realidad, pero que nos quiten lo «bailao», lo bebido, lo comido, etc., y dejémoslo ahí que no sabemos cuánto tiempo más lo podremos hacer a este paso. Luego está lo de los momentos de han debido vivir los pasajeros de Air Canadá en ese vuelo fallido por culpa del tren de aterrizaje y las horas de vueltas y más vueltas alrededor de Tarancón para gastar combustible. Me pregunto si había alcohol suficiente en el avión para que los ocupantes se anestesiaran un poco, calmando así la ansiedad que, de seguro, padecieron. En fin, una semana poco apta para quienes pretendemos vivir sin demasiados sobresaltos, limitándonos a trabajar honestamente aunque luego nos esquilmen a impuestos que poco van a contribuir a una hipotética y poco probable jubilación. Que los clementes dioses nos conserven la cabeza encima de los hombros, la imaginación para poder seguir paseando por el teclado y periódicos donde poder expresar nuestras inquietudes y recibir, además, unos pocos euros para unas gambitas y un vaso de vino. Amén.