Rendir cuentas

Llegados a este momento de la semana me siento como si tuviera que rendir cuentas ante ustedes, lectores de periódicos, y a veces me tiemblan las piernas en semejante trance. Bueno, esta es una manera algo dramática de comenzar estas líneas, pero un poco de teatro nunca viene mal porque no puedo ocultar que la tormenta Ciara me ha dejado un poco «p’allá», con sus vientos huracanados y sus lluvias torrenciales y enloquecidas. La que suscribe andaba por Escocia, siguiendo los pasos de un marido rugbista, cuando, sin previo aviso, nos sorprendió la galerna. Aviones cancelados, trenes repletos de coronavirus (todavía sigo lavando la ropa una y otra vez a 90º para desinfectar, y frotando compulsivamente mi piel y mi cabello como si no hubiera un mañana), todo ello con final feliz y un excelente vuelo de regreso, eso sí, a las 6 A.M. Nunca llovió que no escampara, y nunca mejor dicho.

El pasado martes el ex rugbista llega a casa y me dice que este año vamos a ingresar menos y a gastar más, abducido por la rueda de prensa de la Calviño y la Montero (María Jesús) post Consejo de Ministros, donde, tan contentas y sonrientes ellas, dijeron exactamente eso, que España iba a producir menos y a doblar el gasto, pero que no nos preocupemos. Así que, rascándome la barbilla y sin abrumarme en absoluto, preparo unas codornices en escabeche para cenar, y tan contentos. Pienso nuevamente en que nunca llovió que no escampara. Ya volverá el PP a sacarnos de la ruina como hicieron Rajoy y anteriormente Aznar.

Todavía no me repongo del cabezazo de Ivan Redondo ante un Torra desorientado. A nadie cabe en la cabeza una actitud tan servil ante un don nadie inhabilitado. Solo le faltó hacerle un «plongeon», hincando la rodilla en el suelo, pero esa es reverencia femenina y por eso se decantó por la inclinación de cabeza y golpe de tacón. La dignidad es lo último que se puede perder, y este consejero áulico, que lo fue de varios políticos y mandatarios de diferentes signos y con irregular éxito, debería saber estar y hacerse valer como su cargo requiere. Al fin y al cabo es él quien gobierna el país, y Sánchez su dúctil marioneta.

El cine de Hollywood

Luego está la pesadez de los Oscar, con la inevitable Penélope, a quien vi hace poco en un restaurante vegano. ¡Lo que nos faltaba!, de ultraizquierda, viviendo como capitalista con Bardem y vegana. Muy completa la muchachita. Los mejores, Jane Fonda (yo quiero ser como ella cuando llegue a su edad); Elton John, que sigue siendo el más grande; Brad Pitt, que sigue siendo un bombón; Diane Keaton, que sigue estando como una cabra y sin cambiar su indumentaria, junto a su ex, el conocido Keanu Reeves, que son una pareja divina; el coreano director de «Parásitos», un título que nos rememora tantas y tantas personas; y Renée Zellweger por esa capacidad infinita de engordar y adelgazar: es mi heroína, al igual que Adele, que ha conseguido la tan soñada cintura de avispa.

Los días de la semana dan mucho de sí. Pensamos que la vida es corta, y en realidad lo es, pero si tenemos habilidad podemos sacarle un partido inusitado. Solo se trata de no quedar atrás ni de mirar al tren, como las vacas, animal adorable por otra parte. Un sabio me dijo cierto día «el que no vive con afán, se lo lleva la niebla». El pasado fin de año mi amigo E. S. mejoró la frase y dijo, «déjate, Marina, el que no vive con afán se lo lleva la mierda». Da igual una versión o la otra, porque vienen a ser lo mismo. Vivir con afán y en libertad es lo más grande, sin que nadie te marque el ritmo, como se pretende desde el Gobierno hasta para tomar un café o fumar un pitillo.