Opinión

Oposición "de Estado"

Hoy lunes, descontadas las semanas en las que no le cogía ni el teléfono –no fuera a ser que le ofreciese un pacto de gobernabilidad difícil de rechazar ante la ciudadanía–, el presidente Sánchez se reúne, al filo de las 12 del mediodía con un Pablo Casado en plena tarea por consolidarse entre otras cosas como jefe y referente principal de la oposición política al Gobierno. Y choca de manera especial que, al margen del lógico tratamiento de cuestiones como la situación en Cataluña y el preocupante frenazo en la economía, el presidente vaya a pedirle al líder del PP hacer uso durante la legislatura de lo que particularmente considera debe de ser una «oposición de Estado». La sugerencia de Sánchez, con tintes de «altura política de miras» alberga no pocos elementos que tienen mucho que ver con la desactivación de una alternativa sólida y real de gobierno. Casi recuerda a aquel «camelo» con el que Felipe González se llevó a Manuel Fraga a su particular «huerto» creando precisamente esta figura de «jefe de la oposición» que tan de buen grado aceptó el viejo buey de Villalba aprisionado entre el coche oficial que brindaba el nuevo cargo y un techo electoral que se le acababa mostrando tan irrompible como el casco de un rompehielos.

No resulta sencillo distinguir entre lo que se reclama desde el poder «monclovita» como una oposición «de Estado» y alejada de la tentación estratégica a la que obliga el aliento de VOX sobre la nuca, o una «oposición domada», pero en cualquier caso y a la vista de primeros movimientos que vamos presenciando en los albores de esta legislatura, no parece que sea la de Pablo Casado una oposición precisamente echada al monte. Más bien al contrario son multitud las ocasiones en las que los periodistas nos acabamos preguntando quién del PP y en qué momento saldrá al quite de alguno de los no pocos desatinos o contradicciones del actual Gobierno.

Difícilmente puede acusarse de oposición tramontana a quienes –tiremos de ejemplos– no caían en la cuenta, a propósito de la amenaza del coronavirus y la suspensión del MWC en Barcelona, de recordar que casos anteriores no menos preocupantes como la «gripe A» o la epidemia del ébola merecieron un gabinete de crisis pilotado desde Moncloa por la vicepresidenta del gobierno de turno… tal vez la actual, Carmen Calvo estaba demasiado ocupada con la «memoria histórica». Suponemos que tampoco se podrá pedir al PP levantar el pie del acelerador ante la llegada y posterior recibimiento de la lugarteniente de Maduro a España, teniendo en cuenta que, de las cuatro versiones del ministro Ábalos al menos tres no pueden ser ciertas y que el asunto, nos ha puesto en un brete de credibilidad ante aliados tan «menores» como EEUU o la UE. Tampoco hubiera sobrado una «oposición de Estado» en junio de 2018 cuando la excusa de una sentencia judicial sirvió para tumbar al Gobierno de la Nación. ¡Qué cosas!.. en unas semanas –a buenas horas– el recurso de la «Gürtel» podría dar las razón a los populares. Ergo, ¿quiénes escriben páginas de oposición desleal?