Opinión
Prisiones
En medio del gran interés que despierta la vida dentro de las cárceles, la falta de funcionarios de prisiones, la salud de los presos y la transparencia sobre lo que ocurre al otro lado de los barrotes, acudí a la conferencia magistral de la psicóloga penitenciaria María Yela acerca de la evolución del sistema penitenciario y los programas para la reinserción de los presos.
Contó que las condenas están vivas: nacen nuevos delitos como los de odio. Además cambian los perfiles de los presos. Por ello, los programas se crean acorde a las circunstancias.
Para presos que están cumpliendo nuevas condenas, como las impuestas por conducir bajo efectos del alcohol o las drogas, es efectivo visitar (cuando puedan salir de prisión) el hospital de Parapléjicos de Toledo, donde ver el daño que ocasiona una persona que conduce bajo los efectos del alcohol o las drogas.
Maria Yela insiste en qué hace falta: «Más Sensibilidad y menos sensiblería». Y comprender (que nada tiene que ver con justificar), explicar y descubrir una salida al interno. La clave es «revolver para resolver».
Se insiste en que los presos sean sistemáticos y disciplinados. Que no se pongan más rejas (mentales) de las ya existen.
Me sorprendió un dato: solo un 7% de personas privadas de libertad son mujeres. Y algunas están presas por exculpar a su pareja.
María Yela es optimista: «Existe un 30% de reincidencia en delitos cuando son puestos en libertad, pero tras un programa serio de intervención este porcentaje se reduce a la mitad». El gran problema suele ser la burocracia.
En Noruega, uno de los países con menor porcentaje de reincidencia del mundo, las cárceles son, como se critica, «demasiado cómodas». La prisión de Bastoy, por ejemplo, calificada por World Economic Forum como la cárcel más agradable del mundo, no tiene rejas y los presos viven en viviendas compartidas, con habitación privada. Sin embargo en Estados Unidos donde las cárceles son mucho más restrictivas, un 50% de los presos reinciden en los primeros tres años de libertad.
Es vital la reinserción, tras cumplir la condena.
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