Opinión

De por vida

Son tiempos de sobresaltos, de mucha preocupación, de una angustia que se materializa a cada minuto, cuando nos llega la noticia de que un familiar entra en la Unidad de Cuidados Intensivos. Es terrible, como ha ocurrido en nuestra familia, como en tantas familias, que un familiar no tenga la fortuna de salir de esa Uci con vida.

Y que no podamos despedirle por tener que estar en aislamiento domiciliario, sin duelo ni funeral.

Así de desolados nos quedamos. Así de despiadado es el Covid-19.

También hay dolor en los que quizás no directamente, pero viven la angustia de esas pérdidas humanas o han caído como indefensas víctimas de esos mensajes catastrofistas que solo crean malestar, indignación y mucho miedo. Porque ese sensacionalismo es algo que tampoco terminamos de curar.

Este encierro está pasando factura especialmente a todas esas madres que no pueden pasear a sus bebés recién nacidos, a quienes tenemos que explicar a nuestros hijos que no pueden salir a la calle, ni siquiera para acompañarnos a comprar porque el virus acecha en cualquier esquina, a todos esos deportistas que han aplazado sus entrenamientos y competiciones, a los runners, tan de moda en nuestro país, a las personas con algún trastorno que solo calma la medicación y los largos paseos… la lista es interminable.

Pero los verdaderos héroes de esta pandemia son los médicos y todo el personal sanitario que, muchos sin el material necesario de protección, tienen que trabajar jornadas maratonianas, incluso dormir (poco) en el suelo para no perder tiempo en ir y volver a casa ni correr el riesgo de contagiar a los suyos, oír los gritos de sus enfermos y no poder acudir por tener que atender a un número de pacientes inabarcable, y cuando encuentran el momento de ir, ya han fallecido…

Todos ellos tendrán siempre nuestro apoyo y nuestro aplauso.

Son nuestra esperanza.

Imagino la ayuda psicológica que hace falta para superar lo que están viendo. Como en una guerra, las secuelas de lo que están viviendo, les marcarán de por vida.