Política

“El Estado de sumisión”

La sociedad ha aguantado con una paciencia ejemplar la sucesión de medidas, de dudosa constitucionalidad, que han limitado nuestras libertades

La decisión del Gobierno sobre los niños era tan disparatada como asombrosa. Este paternalismo estatal es, simplemente, insoportable e injustificable. La sociedad ha aguantado con una paciencia ejemplar la sucesión de medidas, de dudosa constitucionalidad, que han limitado nuestras libertades.

El instrumento legal utilizado es inadecuado y me gustará conocer los informes que sustentan esta suspensión de facto. La sucesión de decisiones gubernamentales al amparo de una interpretación expansiva de los poderes que otorga el Estado de Alarma y otras normas ha creado un Estado de sumisión que no tiene encaje en nuestro ordenamiento constitucional. Esta novación resulta inquietante, porque parte de la premisa de que los españoles somos un conjunto de irresponsables que necesitamos ser tratados como borregos.

Por ello nos han limitado nuestros derechos y libertades, porque se supone que no seremos capaces de preservar nuestra salud, la de nuestra familia y la del resto de ciudadanos. El Papá Estado, como sucede en los regímenes autoritarios, decide qué está bien y qué está mal, se comunica al pueblo y sólo queda obedecer.

Hay que preguntarse por qué somos una sociedad tan sumisa y temerosa ante la autoridad. No me sirve como excusa el franquismo, porque el dictador murió en 1975. Ha pasado mucho tiempo. El Gobierno decidió que los niños de hasta 14 años sólo podrían salir a comprar con sus padres y teníamos que asumirlo con resignación. Es decir, podrían acompañarlos a la farmacia o al supermercado. Alucinante. Una vez más se escudaron en algo tan etéreo como la «ciencia», que debe sonar muy bien cuando realmente son funcionarios, aunque sean médicos, que dependen orgánicamente del Gobierno.

Estoy un poco harto de la displicencia del doctor Simón y su equipo. No dudo de que debe ser muy importante dirigir el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias. Alguien se debería de preguntar para qué sirve un centro con este nombre tan pomposo cuando no fue capaz de dar a tiempo una alerta. Estos expertos dotados de grandes conocimientos y una gran formación son los que consideran que los niños tienen que seguir confinados y que los padres no son lo suficientemente responsables, como tampoco nuestros mayores o nosotros mismos.

Lo mejor es que instalen un «gran hermano» en todas las calles y ciudades, pero sobre todo que nos monitoricen para que cumplamos las órdenes del Estado de Sumisión. Eso o que sigan con las rectificaciones, como con los niños. En horas, otro giro. Al final, podrán salir de paseo.