Opinión

Revisión de Lincoln en La Moncloa

Pedro Sánchez gobierna al borde del precipicio y, a pesar de su legendaria capacidad de resistencia, corre el peligro de dar un paso al frente, hacia el vacío. El acuerdo firmado por los portavoces del PSOE, Unidas Podemos y Bildu, Adriana Lastra, Pablo Echenique y Mertxe Aizpurúa enfrenta al inquilino de La Moncloa a sus contradicciones, más allá de su habilidad proverbial para defender un asunto y el contrario casi sin solución de continuidad. Los exégetas de Sánchez desgranan hipótesis para explicar por qué Adriana Lastra comprometió al Gobierno a la «derogación íntegra de la reforma laboral» y antes de que finalice el «estado de alarma». Ni tan siquiera los más ingenuos creen que el presidente ignoraba los términos del pacto, entre otras cosas porque la propia Mertxe Aizpurúa lo dijo en el pleno del Congreso que aprobó una prórroga de la alarma que, en algún momento, Sánchez temió que no saliera adelante.

El principio de la navaja de Ockham afirma que, en igualdad de condiciones, la explicación más sencilla suele ser la más probable. Quizá haya excepciones. Sánchez, con los votos de Ciudadanos en el morral, necesitaba los del PNV, pero hasta que intervino Aitor Esteban no tuvo claro ese apoyo. Quizá por eso, animado por Pablo Iglesias, pactó la abstención de Bildu que, a la postre, fue intrascendente para la extensión de la alarma. Todo requería ocultar los detalles hasta que no hubiera vuelta atrás, pero eso no era un problema para el líder del PSOE. Iglesias, que detectó una oportunidad inesperada, ha atrapado de alguna manera a su socio de Gobierno, mientras Bildu se encontraba con un regalo inesperado y Otegi, claro, advierte de que «cuando firmamos un acuerdo lo cumplimos en la literalidad». «Pacta sunt servanda», «lo pactado obliga», insiste el líder morado. Algunos, más retorcidos, sugieren que este acuerdo, en vísperas electorales vascas, abriría las puertas a un futuro pacto en el País Vasco, auspiciado por Iglesias, entre socialistas, podemitas y Bildu, que apartaría al PNV de Urkullu del poder. El Gobierno ha intentado controlar los daños y la vice Nadia Calviño tuvo que explicar que considera «absurdo abrir ahora un debate –derogación de la reforma laboral– como ese en este momento», aunque no aparta a Sánchez del precipicio, que quizá un día leyó que Abraham Lincoln ya explicó que «puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todos el tiempo, pero no puedes engañar a todos todo el tiempo». En La Moncloa dudan y creen que tal vez ahora también sea posible revisar eso.