Opinión

Pan y circo, fútbol y subsidios

Pedro Sánchez no ha inventado nada, aunque es posible que su legendaria resistencia le conduzca, de forma intuitiva, hasta donde otros llegaron tras la experiencia y la reflexión. No consta que el inquilino de la Moncloa sea un experto en Maquiavelo, más familiar para Pablo Iglesias. El autor de El Príncipe se inspiró, entre otras, en la figura de Fernando el Católico. En el capítulo XVIII, «De cómo los príncipes han de mantener la palabra dada», el florentino escribía en 1515 que «un señor prudente no puede, ni debe, mantener la palabra dada cuando tal cumplimiento se vuelva en contra suya y hayan desaparecido los motivos que le obligaron a darla». Más de quinientos años después, ya sea consciente él mismo o no, otro gobernante español puede reconocerse en esas páginas, antes y después de pactar con Bildu.

Iván Redondo, el estratega que llevó a Sánchez a la Moncloa, que ahora intima con Iglesias hasta que a ambos les convenga, contempla la política «semana a semana» y está convencido de que los acontecimientos nuevos hacen olvidar los viejos porque, otra vez Maquiavelo, «la naturaleza de los pueblos es voluble». El tropiezo del pacto con Bildu no se olvidará en una semana, pero el tiempo lo difuminará en la memoria de los votantes y, para conseguirlo, lo mejor es actuar cuando antes, aunque obligue a decir «Diego donde dije digo».

Sánchez, sin complejos, se subió ayer otra vez al púlpito televisivo y en su prédica sabatina anunció el pan y circo de la era digital en tiempos de pandemia. Fútbol ya en junio y aprobación la semana que viene de un Ingreso Mínimo Vital, que pretende ser permanente para 850.000 hogares, que ahora lo necesitan para subsistir –nadie lo discute– pero que también pueden ser en el futuro muchos más votos. Además, en vísperas de la «onceava» -sic- conferencia de presidentes autonómicos telemática, la necesidad ineludible hace unos días de prorrogar un mes el Estado de Alarma empieza a diluirse, acompañada de un llamamiento a turistas españoles y sobre todo extranjeros y, claro, de la promesa de acabar con la cuarentena a los visitantes que lleguen a España. Todo, rematado con la guinda del intento de culpar al PP del acuerdo con Bildu. Los de Casado no habrán estado muy finos las últimas semanas pero no tienen nada que ver con los pactos del Gobierno, pero también dijo Maquiavelo que el gobernante debe ser «un gran simulador y disimulador». Pan y circo. Fútbol y subsidios.