Opinión
Postales del Este
Me encantan las emociones fuertes, sobre todo tras un confinamiento de mucho teletrabajo y poca conciliación. Ansiaba esa dosis de emoción que suelen aportarme los viajes y los entrenamientos, tanto en el Centro de alto rendimiento de Sierra Nevada como en la nieve sobre mi monoski. Por eso, en cuanto supe que mi querida amiga y compañera de La Razón, Reyes Monforte, estrenaba novela, me lancé a ella ávida de conocimiento y un buen meneo emocional. Lo que no podía imaginar es que «Postales del este» me iba a dejar completamente sobrecogida, impactada, enganchada y aterrorizada. Reyes consigue de nuevo mantener a sus lectores con el corazón en vilo llevándonos al epicentro de uno de los capítulos más crueles y despiadados de la historia de nuestra humanidad.
Esta vez nos transporta a Auschwitz, en medio del Holocausto, de la mano de una joven judía y de varios de los causantes del exterminio y las más feroces aberraciones imaginables. Es terrorífico comprobar cómo, no hace tanto, se vivía bajo la obediencia y fidelidad absoluta a un líder que quería exterminar a toda una raza. Sus secuaces no flaqueaban en el cumplimiento del deber y jamás se dejaban llevar por la compasión, la piedad o incluso la conciencia. En 100 días de exterminio, fueron un 83% más sanguinarios que los autores del genocidio de Ruanda. El excelente trabajo de documentación de Reyes Monforte tiene un enorme valor. Hitler y el Tercer Reich trataron de eliminar todos los registros que documentasen los terribles crímenes que cometieron, pero gracias a la autora y su estremecedor relato, sus víctimas estarán siempre en nuestra memoria.
La tranquilidad y frialdad con que justificaban asesinatos y torturas, da que pensar en cualquier enfrentamiento, como el que tristemente vivimos ahora en España.
Esa falta de empatía e incluso de consideración con «el opuesto», es patente desde ciertas ideologías alarmantemente vigentes. Muchos admiten que la política ha alcanzado su máximo nivel de incompetencia. Aprendamos del pasado que los radicalismos solo generan disputas e injusticias y son un claro freno a la prosperidad.
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