En primera línea

Creo que todos deberíamos leer el libro de Gabriel Heras: «En primera línea» para entender la gravedad de lo que hemos sufrido y probablemente nos quede por sufrir en materia de salud y el enorme sacrificio que han tenido que hacer nuestros benditos médicos. Como dice el propio autor, médico de UCI, impulsor del Proyecto Internacional de Investigación para la Humanización de los Cuidados Intensivos (HU-CI), si nuestro sistema ya era frágil, quedó arrasado por un virus que hasta hace poco tiempo «parecía solo un .meme encerrado en nuestros teléfonos». Lo más duro tuvo que ser ver morir a tanta gente y a sus compañeros hundidos, llorando «bajo la mordaza de sus mascarillas».

Es comprensible que los médicos de unidades de cuidados intensivos, quieran hacer un llamamiento al sentido común de las personas que han tomado el desconfinamiento como si se hubiese terminado la pandemia y hubiésemos vuelto a la vida anterior al comienzo de esta crisis.

Después de tantos fallecimientos a nivel mundial, muchos ciudadanos no se toman en serio que hay que protegerse y proteger a los demás, poniendo el mayor énfasis en el uso de mascarillas y la distancia de seguridad. No es un resfriado común, como se llegó a decir, es más, tiene consecuencias impredecibles según a quién infecte. Lo que para unos puede ser un pequeño malestar o incluso pasarlo de forma asintomática, para otros es letal. Los héroes que han estado «en primera línea», merecen que seamos conscientes de lo que supone, por ejemplo, que el paciente necesite una máquina para respirar: que estará en un coma inducido.

Si esto provoca perder un 40 por ciento de masa muscular en pacientes jóvenes, imagínense lo que puede llegar a suponer para personas mayores. Eso por no hablar de las fiebres altas, los dolores de garganta, la opresión en el pecho, el tener que estar de 2 a 3 semanas sin moverse, muchas veces boca abajo, con un tubo en la boca hasta la tráquea, sin poder hablar, ni comer, ni hacer nada de manera natural. Así que… ¡Cuidémonos!