Opinión
Mentiras para la muchedumbre
Mark Twain popularizó una frase que atribuyó a Benjamin Disraeli: «Hay tres tipos de mentiras: mentiras, grandes mentiras y estadísticas». Olvidó, eran otros tiempos, las mentiras «populista-fiscales» que la izquierda más radical, con la táctica del nazi Goebels –«una mentira repetida mil veces se convierte verdad»–, intenta instalar en el subconsciente de sus partidarios. El jueves, Unidas Podemos retiró su propuesta del impuesto a los ricos, lo que facilitó –entre otras cosas– que el Real Decreto de la «nueva normalidad» fuera aprobado por una amplia mayoría, PP y Cs incluidos. Pura fachada. Horas después, Jaume Asens, presidente del grupo confederal Unidas Podemos en el Congreso explicaba que no renunciaban a ese impuesto, con el argumento –falaz– de que «sin él difícilmente podemos sostener las políticas sociales que necesitamos impulsar». La explicación naufraga por todas partes. En el mejor de los casos, ese impuesto recaudaría 1.000 millones al año. Sólo los Erte costarán unos 30.000 millones, el déficit rondará los 130.000 y la deuda supera los 1,3 billones. Es obvio que ese impuesto es inútil para sostener cualquier política social, aunque sí muy útil para arengar a la clientela más radical en un país que recela de la riqueza ajena. «Vamos a acabar con los ricos», le dijo Otero Saraiva, uno de los líderes de la revolución de los claveles, a Olof Palme, asesinado hace ahora 40 años. El histórico líder socialdemócrata sueco le respondió: «Es curioso, nosotros vamos a intentar acabar con los pobres». Además, el impuesto a los ricos, como impuesto de patrimonio, ya existe en España, por cierto, como anomalía mundial. Lo que ocurre es que en Madrid está bonificado, y eso enerva a la izquierda y, sobre todo, a los de Iglesias y a otros populistas, Revilla incluido.
España, es cierto, obtiene menos ingresos fiscales que otros países, pero no por falta de impuestos a los ricos. Pablo Hernández de Cos, gobernador del Banco de España, en su intervención en la Comisión para la Reconstrucción, dio un curso magistral y concentrado sobre por qué el fisco español recauda menos: los ingresos por IVA –sobre todo por IVA–, por sociedades e impuestos especiales son muchos menores –hasta el 40% en algunos casos– que en el promedio de los países de la Unión Europea, pero eso incomoda a demagogos y populistas. Kipling lo tenía muy claro: «La verdad no suele gustar a las muchedumbres».
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