Opinión
Imitación del hombre
Escritor al margen de los mandarines culturales, pensador en busca y captura por los comisarios del pensamiento único, Ferran Toutain ha publicado un ensayo deslumbrante. Su «Imitación del hombre» abre con una cita de Witold Gombrowicz, «Ser hombre significa imitar al hombre». «De repente», escribe Toutain, «me encuentro ante un autor que sitúa la imitación en el núcleo de la construcción humana y que expone todas sus implicaciones: la ausencia de personalidades originales, la relación de cada individuo con su propia máscara, la permanente incomodidad del hombre con la forma –obtenida por copia basta o destilada depuración de personalidades ajenas– que se ve obligado a adoptar para ser hombre; la imposición de unos personajes sobre otros; la falsedad intrínseca de todo lo que reconocemos como humano, una característica que, por su valor universal absoluto, no puede considerarse un defecto sino una esencia: el punto de partida y de llegada de la experiencia humana». En 288 páginas incandescentes de inteligencia y cultura desenmascara el afán humano por parecerse a otros y la agónica necesidad de construir sobre las palabras y gestos que nos precedieron. Harold Bloom sostenía que los mejores escritores forjan sus armas en la pelea mortal por absorber, primero, y construir, después, a partir de los grandes modelos previos. A diferencia de las cobras de anteojos, que nada más salir del huevo disponen del mismo veneno neurotóxico de sus mayores, y en consecuencia pueden cazar por sí mismas, los mamíferos convivimos varios años con nuestros padres. Los mismos mecanismos que irrigan nuestro inmenso cerebro, los que permiten que el mono desnudo absorba la cultura de miles de años, tienen su cruz en un millón de bobos solemnes, que anhelan una romántica originalidad de joven Werther, y por supuesto en el infierno de la comedia pública, saturada de consignas no metabolizadas y gestos que responden a la íntima necesidad de ser aceptados. Toutain no se engaña. Entiende que el mundo funciona mediante dispositivos imitativos. También advierte del peligro de proceder como lemmings, que saltan por el acantilado para satisfacer viejas consignas grupales. Siempre a la intemperie, el escritor, traductor, crítico y profesor estuvo entre los 15 intelectuales que fundaron Cs. Con «Imitación del hombre» publica un artefacto invulnerable a las modas, que buscarán los lectores dentro de cien años. Reflexiona sobre la imitación con un ensayo inagotable y, sí, originalísimo.
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