Opinión
El índice de sorpresas se desboca
Alberto Núñez Feijóo e Íñigo Urkullu confían en que no haya sorpresas en una jornada electoral en Galicia y en el País Vasco, con ciertos rebrotes de conoronavirus como invitados inesperados. Ambos parten como favoritos y el gallego en busca de una cuarta mayoría absoluta que, desde la izquierda más radical, semirevolucionaria, alrededor de Podemos, quieren deslegitimar. Hay dudas sobre la votación de los infectados, pero más allá de la preservación de sus derechos fundamentales, en todas las elecciones hay enfermos, en sus casas y en los hospitales, que tampoco acuden a votar o lo hacen por correo, y nadie se rasga las vestidura.La pandemia es un caso extremo, sí, pero el número de los ahora afectados en zonas concretas de Galicia y el País Vasco ni justifican una suspensión electoral, ni contaminan el resultado, aunque pueden servir de coartada para que Pablo Iglesias, siempre en busca de una sorpresa, enmascare el previsible pobre resultado que obtendrá en ambos territorios, mientras celebra el gatillazo de Pedro Sánchez con Nadia Calviño en el Eurogrupo y saca a pasear su versión más antimonárquica, por si acaso.
El Índice de Sorpresas Económicas, que elabora Citigroup, no abarca, por ahora, las menudencias globales de la política española. El Índice, uno más en el océano de índices americanos, está desbocado, como explica el analista Juan Ignacio Crespo. La semana pasada alcanzó los 221,3 puntos, el máximo de los últimos doce años. En teoría indica que la recuperación en Estados Unidos no solo es en «V», sino en «V» violenta. Todavía más, los expertos del grupo financiero Jefferies, también americano, han calculado que estamos ante la recuperación económica «como no se ha visto, ¡desde 1528!». Todo claro, mientras el Índice Báltico Seco, que mide los flujos del comercio mundial, empieza a bajar después de haber subido un 400% desde mayo. La salida de la crisis puede ser espectacular, siempre que los rebrotes de la pandemia no se extiendan, lo que abriría las puertas de una crisis tan larga como incierta, como en los años 30, tras una primera recuperación del «crack» del 29. Una incertidumbre similar amenaza a las esperanzas de Pedro Sánchez –ahora más presionado por Iglesias hacia la radicalidad– de obtener, con rapidez y casi sin condiciones, los fondos europeos que necesita la economía española que, por otra parte, tampoco tiene ningún Índice de Sorpresas Económicas que, además, se haya desbocado estas semanas.
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