Opinión
Ángela, o si Pedro fuera Mariano
Ángela Merkel, más allá de su imagen de severa y gélida gobernanta, tenía debilidad por Mariano Rajoy. La canciller incluso sentía cierta atracción por el ex presidente español. No era un secreto. Javier Ybarra, autor de «Nosotros los Ybarra» y fino analista de la actualidad, fue uno de tantos que en Sotogrande (Cádiz), escucharon a una amiga de la líder alemana, veraneante durante años en la zona, hablar del cariño de la teutona por el gallego. Los rumores corrieron tanto que hasta Viri, la mujer de Rajoy, llegó a preguntarle, medio en broma medio en serio, a Carmen Martínez Castro, secretaria de Estado de Comunicación, por el asunto. Todo platónico en la hipótesis más atrevida, pero benefició a España cuando Ángela Merkel tuvo que inclinar la balanza en grandes decisiones.
Pedro Sánchez ha recorrido media Europa esta semana en busca de apoyo para un Fondo de Reconstrucción generoso y con las mínimas condiciones para España. También acudió a Alemania y Ángela Merkel, que siempre lo vió con buenos ojos –al menos hasta que introdujo a Iglesias y Podemos en el Gobierno, comunistas sin matices en Alemania–, pero como un sobrino a veces un tanto díscolo. La canciller alemana quiere un gran acuerdo de reconstrucción, con dinero para todos, porque también es bueno para Alemania, pero no gratis y sin condiciones. Habrá dinero y la Unión Europea salvará a España y a Italia y a quien haga falta, entre otros motivos porque la ruptura del euro equivale a la Tercera Guerra Mundial, pero exigirá sacrificios.
El Gobierno de Sánchez se precipitó cuando, de alguna manera, transmitió que todo estaba casi hecho y que habría 140.000 millones de euros para España. Nunca fue cierto. Ahora, el inquilino de La Moncloa afronta la realidad, con la única ventaja –que es enorme– de que hoy por hoy no existe alternativa viable a un Gobierno encabezado por él y que, por el momento, Iglesias en el Consejo de Ministros es menos temible que fuera. El problema es que quizá no sea fácil explicarlo más allá de los Pirineos,y mientras el tiempo corre y los números rojos españoles aumentan. Solo los ERTE, al final de verano, ya habrán costado 42.000 millones, que España ha tenido que pedir prestados y, claro, gran parte del dinero que llegue para la reconstrucción habrá que destinarlo a tapar agujeros. Rajoy logró eludirlo al borde del precipicio, pero en el horizonte de Sánchez se cruzan recortes de pensiones y de salarios de funcionarios y es improbable que incluso Ángela Merkel pueda –¿o quiera?– evitarlo.
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