Opinión

El catalanismo integrador

El próximo otoño, si la pandemia no lo impide, se celebrarán en Cataluña unas elecciones autonómicas claves para el devenir del llamado «proceso separatista» y que volverán a condicionar el futuro de España. Ante la previsible victoria del separatismo, un nuevo proyecto político verá la luz en las próximas semanas, para plantar batalla a los supremacistas y recuperar la centralidad de una sociedad catalana hastiada del esencialismo nacionalista, pero abducida por el discurso romántico. Un nuevo discurso que pretende combinar el catalanismo integrador con el sentimiento hispano sin complejos, con el fin de desplegar la máxima capacidad de autogobierno, una financiación justa y equitativa acordada con el Gobierno central y que contribuya lealmente a su crecimiento, teniendo como objetivo el avance del conjunto de toda España. Y sobre todo ello, la defensa de la cooficialidad y la protección de las lenguas, con especial relevancia en la lengua catalana, cuya reivindicación exclusiva por parte de los separadores es el principal motivo de la división social. Una propuesta por la cooficialidad del catalán, el aranés y el castellano, y su reconocimiento como lenguas del Estado junto a la defensa de la inmersión lingüística como modelo que ha conseguido en los últimos treinta años formar a ciudadanos competentes en las dos lenguas principales. Desde la centralidad política, desde un catalanismo integrador que reconoce la especificidad de Catalunya en el seno de España, y que trabaje por el respeto y el desarrollo de su singularidad. Con propuestas que avancen en la implantación de un estado federal (unir desde la igualdad), con la configuración del Senado como verdadera cámara territorial, con la expresa voluntad de trasladar el Senado a Barcelona como expresión del principio de co-capitalidad y el reconocimiento de la singularidad de Catalunya, con una revisión en profundidad del sistema fiscal para ajustarlo a la distribución competencial y hace necesario reconfigurar el Senado como una Cámara de representación territorial. Una reforma en profundidad del sistema de financiación autonómica sometido a los criterios de eficiencia y equidad basado en el porcentaje de población residente en cada territorio y respetuosa con los principios de suficiencia, solidaridad, equidad, subsidiaridad y ordinalidad, de acuerdo con el Principio de Subsidiaridad y una mayor racionalización en el sistema de reparto competencial que evite la duplicidad de órganos administrativos, con una Generalitat con competencias exclusivas en materia de cultura, lengua y educación, desde la lealtad constitucional, el respeto a la Ley, el fomento de la igualdad y la búsqueda del bien común. Un catalanismo integrador desde la centralidad, con el foco puesto en el mantenimiento del estado del bienestar y el sostenimiento de los principios que debe seguir todo proyecto democrático: libertad, tolerancia, e igualdad, dentro del marco legal de la Constitución y el Estatut de Catalunya, con una vocación claramente vinculada a la Unión Europea y al servicio de nuestra patria. De España, Espanya.