Opinión

Gratitud

En este verano atípico de sueños paralizados, de tantos planes truncados, de injustas despedidas y un dolor inesperado, necesitamos aliento para seguir agradeciendo.

Suena contradictorio pero nuestra esperanza reside en agradecer. Está demostrado que la gratitud nos ayuda a sentirnos mejor con nosotros mismos, incrementa nuestra autoestima y hasta la percepción de salud. Y eso es lo que precisamente necesitamos, sobre todo, en situaciones adversas.

Desde mi querida ciudad de Gijón, es duro vivir la Semana Grande sin fuegos, sin música, sin aviones, sin romerías… pero seguimos disfrutando sus paisajes, su gente, su sidra… y siempre agradeciendo a la Santina las oportunidades que nos da la vida.

Como defiende mi amigo Juanjo Fraile en su libro «La magia de la gratitud»: «Tienes en ti mismo las herramientas e ingredientes más potentes del mundo para mejorar tu propia vida y lograr todo lo que realmente desees de ella. Únicamente debes conocer y aplicar los secretos y el funcionamiento del poder y de la Magia de la Gratitud para desarrollar todo tu potencial y el del mundo que te rodea en todos los aspectos que tú quieras».

La queja está muy ligada a la falta de autoestima, porque cuando nos quejamos de las circunstancias, estamos menospreciando nuestra capacidad de lidiar con ellas.

Mientras que la queja denota indefensión, la gratitud es abundancia.

Deja de quejarte, valora lo que tienes y conecta con la gratitud, porque eso de lo que nos quejamos, claramente nos está enseñando algo.

Estamos vivos, ¿qué más queremos?

La gratitud tiene una fuerte influencia en nosotros y en nuestro foco atencional. Entrenar el agradecimiento pensando en aquello por lo que estamos agradecidos, significa sentirnos mucho mejor que quienes se centran en lo que les molesta. El motivo está relacionado con el efecto que generan estas sensaciones en nuestro cerebro: el agradecimiento estimula el hipotálamo, que regula el estrés, y un área que juega un papel importante en el sistema de recompensa del cerebro produciendo sentimientos de placer.

Dejemos de lamentar circunstancias o lo perdido y agradezcamos que, ante todo, somos.