Opinión

Liberales vs. conservadores

Es habitual relacionar el liberalismo con el conservadurismo, lo que está en parte justificado. El conservadurismo, al apreciar la tradición, las costumbres, la religión y otras dimensiones sociales no estatales, puede recelar de las incursiones políticas contra los derechos individuales.

Pero las dos formas de pensar no son iguales, y Hayek aclaró que no era conservador. El problema es analizado con destreza por Lorenzo Bernaldo de Quirós en su libro «En defensa del pluralismo liberal. Contra las religiones posmodernas», que publica Deusto.

Denuncia el autor un regreso a una suerte de absolutismo moral, cuya contradictoria historia rastrea hasta la moderna asunción por parte de la izquierda de unas religiones seculares, del ecologismo al feminismo, que pretende imponer a través de la moralización de la política.

La derecha, empero, no le convence, porque ha ido desprendiéndose de elementos liberales y adoptando una posición pesimista, comunitarista, que distorsiona el liberalismo. Para Bernaldo de Quirós no hay choque de civilizaciones, ni problemas identitarios genuinos, mientras que la inmigración no es de por sí una amenaza para nuestra cultura. Defiende «una sociedad pluralista basada en el criterio de igual libertad ante la ley»: en ella podemos preservar valores y tradiciones, pero no imponerlos, y debemos tolerar lo que nos parece moralmente ofensivo.

Se alarma ante un «gigantesco proyecto de ingeniería social cuyo resultado es la recreación de una estructura social preliberal», donde el individuo queda disuelto en una extraña colectividad que bloquea su comunicación libre con los demás. No es una sociedad inclusiva sino al revés, porque somete a la persona a una única concepción de la vida, organizada por el Estado, que ya no es árbitro sino protagonista de la sociedad.

Bernaldo de Quirós nos orienta para que comprendamos los riesgos de un «proceso de estatización y de politización de todos los aspectos de la vida social, cultural y económica en el que la esfera de libertad individual se reduce cada vez más». El inquietante desenlace puede intuirse ya: «de la memoria histórica a la tipificación del odio como delito, un sinfín de iniciativas aspiran a restringir la libertad», ahogada por lo que constituye «la versión posmoderna del Movimiento Nacional».